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Ultrajes, infracciones y corrupción

Por Juan Iván Salomón

Cuentos, mitos y tradiciones

La siguiente historia  nos la narró un ciudadano xalapeño, que iba tranquilamente al volante de modesto auto. Lo alcanzó una patrulla de tránsito y el oficial le ordenó detener la marcha. Le pidió la licencia de conducir.

–La olvidé, hermano. Salí rápido porque llevo a mis hijos a la vacuna anticovid. Hoy les toca.

–¿Tarjeta de circulación?

La busca el automovilista en la guantera y no está.

–¡Maldición, qué mala pata!

–Dame chance, hermano. Olvidé la documentación.

–Llamaré a la grúa. Este vehículo no puede andar sin tarjeta de circulación.

Exaltado, el automovilista está a punto de estallar. De decirle al oficial hasta de lo que se va a morir. Que los de la 4-T son más bandidos y voraces que los anteriores gobiernos, que…, pero lo alumbra un destello de inteligencia casi humana y reacciona:

–De todos modos la grúa se llevará el automóvil, mi familia quedará en plena calle. Y, lo peor, pueden acusarme de ultrajes a la autoridad, esposarme delante de mi familia y llevarme derechito a la cárcel. ¡Qué humillación!

Respiró profundo, se calmó, salió del auto y habló con el oficial:

–Amigo, te pido que me eches la mano. Déjame ir y no me daré por mal servido. Ahí te doy una lana pal’ refresco y nos vamos como si nada.

–¿De cuánto hablamos, jefazo? –preguntó el oficial de tránsito.

–No sé. Tú dime, nomás no te mandes mucho.

Acordaron una módica cantidad y asunto resuelto.

–Oye papá, eso es corrupción. Me decepcionas –le reprochó su hijo menor cuando el hombre se sentía feliz de haber resuelto el problema con unos cuantos pesos en pocos minutos y, sobre todo, por haberse ahorrado sepa Dios cuántos miles de pesos y no quedarse sin auto por quién sabe cuántos días mientras conseguía el dineral para pagar el arrastre de la grúa y la multa.

–O sea, no debí pagar 300 o 500 pesos para resolver el problema. Debí dejar que se llevaran el carro, quedarnos a pie, esperar la quincena para ver si me alcanzaba para pagar por lo menos tres mil o cinco mil pesos de grúa, corralón y multa. Ajá.

Lo anterior es lo que le ocurrió a un xalapeño. ¿Usted qué hubiera hecho, querido lector?

Para no pagar más caro el caldo que las albóndigas, lo recomendable es traer los papeles en regla, empezando por la licencia. Las multas por infracciones son elevadas. No se confíen. Manejen con precaución y lean con atención el reglamento o ley de tránsito, vigente en todo el estado. No vayan a llevarse una muy desagradable sorpresa.

Feliz año nuevo.

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