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Más vale suerte. . .

por Juan Iván Salomón

CUENTOS, MITOS Y TRADICIONES

  Cuentan veteranos políticos que hace años, allá por la década de los 80, el entonces gobernador Agustín Acosta Lagunes tenía un peluquero de confianza con el que le agradaba platicar. En realidad no lo necesitaba mucho, puesto que don Agustín era medio calvo pero le divertían los comentarios y ocurrencias del simpático fígaro. Un día le preguntó su nombre y dónde vivía. Le dijo que era de Banderilla. 

 –¿Te gustaría ser presidente municipal de tu pueblo? –le preguntó.

Rápido contestó que sí y tiempo después el PRI lo postuló y ganó. En esos tiempos siempre ganaban los candidatos del partido  tricolor. Se llamaba Darío.

Y también hace algunos años, en el estado de Tabasco, un joven recién egresado de la universidad encontró a dos o tres individuos que caminaban a pleno sol en una polvosa carretera. Sin saber quiénes eran, se condolió de  ellos, les ofreció un aventón hasta el pueblo donde iban y también los transportó de regreso en la camioneta que era propiedad del gobierno. Uno de los hombres le platicó que era candidato a gobernador y le proporcionó su número de teléfono. 

–Me llamó Andrés Manuel López Obrador y si necesitas algo, me buscas –le dijo.

Al llegar el joven universitario a Villahermosa, fue despedido de su empleo. Trabajaba en una dependencia gubernamental y López Obrador no era bien visto en el gobierno del estado.

Le habló a su improvisado pasajero y le pidió trabajo. No sólo lo contrató, años después lo hizo diputado federal.