Para militar en política con relativo éxito es necesario consumar requisitos de no muy fácil cumplimiento. De inicio debemos reconocer que una facultad inherente al actor político es su capacidad histriónica, lo que comúnmente se conoce como “tragar sapos” y decir que están muy buenos; otra más es carecer de escrúpulos o al menos tener capacidad para hacerlos a un lado en cuanta ocasión se requiera; sin duda, la facilidad para mentir es otra “sutileza” de no menor importancia. La amnesia simulada, es otro de los recursos más socorridos del político. También se precisa de desarrollar buena dosis de capacidad para la genuflexión ante el poderoso, mientras mantenga el poder, por supuesto, porque en la inercia de las circunstancias, en cuanto lo pierda estará en riesgo de convertirse en víctima de la traición y la ingratitud, estas dos últimas son sin duda dos de los vicios más destacados del político. Son solo algunas de las características que revisten a todo animal político y a muchos politiqueros por igual.
¿Cuál de esas prendas serían las apropiadas para insertarlas en la personalidad política de Alfonso Durazo, hoy por hoy gobernador de Sonora y presidente del Consejo Nacional de Morena? Me explico: este señor acaba de pronunciar un discurso en el Consejo Nacional de Morena donde dijo entre otras barbaridades que “Xóchitl Gálvez, nació tocada por la mancha moral histórica del PRIAN, que nunca podrá borrarse de la memoria del pueblo” … “los conservadores de siempre, la resistencia minoritaria de la derecha, han sido el obstáculo para profundizar los avances sociales del movimiento de transformación” … “Nunca esperamos que nuestros adversarios superaran en una candidatura presidencial los ejemplos más caricaturescos, tristes y pequeños de Vicente Fox y Felipe Calderón…”. Durazo fue un priista colocado en cargos partidistas de buen alcance, secretario particular del presidente del PRI, Luis Donaldo Colosio y secretario de Desarrollo Social en el CEN del PRI; en tiempos de Vicente Fox sirvió como su secretario particular y Coordinador de Comunicación Social, allí se desempeñaba cuando se separó del cargo por renuncia. Es decir, militó en lo que llama el PRIAN que ahora califica de caricaturesco ¿se habrá mordido la lengua? Si nos apegamos al diagnóstico arriba anotado sobre la personalidad de un político es muy posible que sufra amnesia simulada, padezca elevada dosis de ingratitud y ausencia de escrúpulos, pero queda al criterio de sus nuevos “correligionarios” calificarlo como mejor les convenga.