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Saltimbanquis políticos

Por Alfredo Bielma Villanueva

Está claro que del mundillo político son pocas, nulas o inexistentes las lecciones sobre conductas éticas que pudiéramos obtener, porque en ese dramático universo pleno de patéticas personalidades prevalece la ambición de poder y son rara avis quienes destacan por su genuina vocación de servicio social. “Si quieres conocer a una persona dale poder político”, o “dale poder a un pen… y hasta la forma de caminar le cambia”, y sin embargo, ninguna sociedad está exenta de convivir con la clase política, simplemente porque ésta es su fiel reflejo, aunque nos cueste aceptarlo. “En los nidos hogaño ya no hay pájaros de antaño”, decía Cervantes, y no falta quien lo aplique a la clase política emanada del PRI, fuente inagotable de individualidades que hoy por hoy pueblan las filas de los demás partidos con registro, para comprobarlo basta revisar las nóminas de Morena, del PRD, del Verde Ecologista, de Movimiento Ciudadano y del PT, curiosamente pocos han ingresado al PAN. Algo destacable en ese sombrío ambiente es el discurso empleado para comunicarse con la sociedad, pleno de galimatías y de contradictorios giros, lo trasluce muy bien el de Movimiento Ciudadano, partido que enarbola el estandarte de la democracia “moderna”, de la cercanía con la sociedad a la que convoca a diseñar un México mejor, lejos del PRI y del PAN (el Prian, lo llama) porque son modelo añejo y rotundamente antidemocráticos, pero ¡oh sorpresa! Movimiento Ciudadano no ha tenido otro dirigente “moral” desde su fundación que su creador, y nadie más decide sin su consentimiento, porque allí “la política no es, va siendo”, cualquier cosa que esa frase de rimbombante sentido signifique.

Ciertamente, nada vemos de edificante, tal cual lo podemos observar ahora mismo cuando se están decidiendo las candidaturas a cargos de elección popular. En el PRI, llevan mano “democrática” quienes forman su actual nomenclatura y giran en torno a “Alito” o a Moreira” o la esposa de éste; lo mismo ocurre en el PRD, donde Jesús Zambrano procede igual relegando cuadros adversos como Mancera y Aureoles para consolidarse como el nuevo cacique de ese partido y prolongar la era de “Los chuchos”. En el PAN tampoco cantan mal las rancheras, solo que su condición de Partido de Cuadros disimula mejor el privilegiado reparto de candidaturas. Obviamente, es un festín para los trapecistas que casi siempre consiguen acomodos de privilegio en su incorporación reciente; claro, otros, y otras, de menor jerarquía solo pasan a engrosar las filas de su nueva filiación partidista, donde son considerados como arribistas y sometidos a la condición de hacer méritos para ganarse lo que ya eran en el partido que abandonaron. Nota: evadimos dar nombres para evitar el morbo, y porque su viraje partidista solo provoca pena ajena.