Mediclinica

Prevención de enfermedades después de la pandemia

Por Andreu Comas García y Emanuel Orozco Núñez

Las epidemias de enfermedades contagiosas y no contagiosas, así como la atención en salud conforman un proceso dinámico. Ante los nuevos ajustes en el modelo de atención médica en México, es necesario conocer los cambios epidemiológicos que acontecen en el país. Sí conocemos qué enfermedades están repuntando, cuales han resurgido y cuales están subdiagnosticadas, entonces tendremos claros los restos a corto plazo para la atención médica.

Han pasado más de 1220 días desde que inició la pandemia. Por lo tanto, es necesario reflexionar sobre su impacto en la salud de México. Esta reflexión implica conocer y cuantificar el comportamiento de las enfermedades que ya venían en aumento y cuyo crecimiento se potenció durante la pandemia, así como aquellas enfermedades que han dejado de diagnosticarse —y por ende de atenderse. Este diagnóstico nos permitirá establecer los principales retos pospandemia para la atención primaria de la salud (APS) dentro de la complejidad de nuestros sistemas de salud.

El impacto del covid en México

Durante estos casi tres años y medio de la pandemia, oficialmente se han reportado más de 7 600 000 infecciones. De acuerdo con los últimos datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut 2022), para finales de noviembre de 2022 el 94.4 % de la población ya se había infectado. Por lo tanto, se calcula que para este momento ya se infectaron todos los mexicanos y la tasa de reinfección estaría entre el 5 al 15 % de la población, cifra relevante debido a que una de las principales complicaciones de la infección por SARS-CoV-2 es el covid persistente. De acuerdo con Eric Topol, aproximadamente el 10 % de los infectados tendrán algún tipo de manifestación de covid persistente. Por lo tanto, en México podríamos esperar aproximadamente de 12 a 15 millones de mexicanos con covid persistente. Esta complicación es una enfermedad todavía no muy bien entendida, con más de 200 manifestaciones, que incrementa el riesgo de padecer enfermedades metabólicas y en quienes ya las tienen, complica su manejo.

La carga de las enfermedades metabólicas

Antes de la pandemia, enfermedades metabólicas como la obesidad, hipertensión, enfermedad hipertensiva del embarazo, diabetes y la diabetes gestacional, presentaban niveles preocupantes. La Ensanut 2022 reportó que en mayores de veinte años la frecuencia de obesidad, diabetes tipo 2, prediabetes, e hipertensión era del 18.1, 18.3 22.1, y 29.4 %, respectivamente. La mayoría de estas enfermedades muestran una tendencia al crecimiento durante las últimas décadas.

Al terminar 2023, tendremos más casos de los esperados para ciertas enfermedades que ya venían en crecimiento antes de la pandemia. Por ejemplo, con la tendencia actual, calculamos que al terminar 2023 habrá un exceso de 1899 casos de enfermedad hipertensiva del embarazo, 31 239 casos de diabetes gestacional, 63 567 casos de obesidad, 172 902 casos de diabetes mellitus tipo 2, y 246 574 casos de hipertensión arterial. Si antes de la pandemia estas enfermedades ya representaban un problema de salud pública, posterior a ésta serán un problema mucho mayor.

Panorama de las enfermedades infecciosas

Otras enfermedades que antes de la pandemia ya tenían una tendencia al alza y cuyo crecimiento explotó después de la emergencia sanitaria son: tuberculosis meníngea, tuberculosis respiratoria, sífilis congénita, sífilis adquirida, gonorrea, linfogranuloma venéreo, herpes genital y hepatitis C. El control de la mayoría de estas enfermedades había mejorado, pero después de la pandemia se han convertido en problemas reemergentes.

Las enfermedades que se han dejado de detectar

El reporte y diagnóstico de algunas enfermedades disminuyeron durante la emergencia sanitaria. Considerando las tendencias actuales semanales, al terminar 2023 tendremos menos casos registrados que de los esperados para algunas enfermedades. Por ejemplo, calculamos un déficit de 428 casos de hepatitis B, 958 casos de displasia cervical severa y cáncer cérvico uterino, 1052 casos de cirrosis, 3420 casos de VIH/SIDA, 5232 casos de desnutrición severa, 15 872 casos de desnutrición moderada, 28 859 casos de displasia cervical leve a moderada, 36 887 casos de infección por VPH, 136 739 casos de desnutrición leve, 152 738 casos de insuficiencia venosa y 520 837 casos de asma.

Si esta reducción se debiera al efecto de políticas públicas específicas, entonces estaríamos hablando de un gran éxito del sistema de salud. Sin embargo, en teoría, las estrategias de salud pública no farmacológicas empleadas durante la emergencia sanitaria no debieron de modificar significativamente el comportamiento epidemiológico de estas enfermedades. Por lo tanto, lo más probable es que esta reducción se deba a problemas en el diagnóstico y reporte.

Implicaciones para el sistema de salud

El exceso de estas enfermedades crónicas, metabólicas e infecciosas no es trivial e implicará grandes retos en el sistema de salud. Por un lado, demandará una mayor capacidad de diagnóstico y tratamiento. Ello significa discutir críticamente la operación del modelo de APS descrito en el programa sectorial de salud para incrementar su capacidad de prevención y, por lo tanto, corregir la tendencia al incremento. Es importante señalar que el cambio del modelo de atención médica afecta en mayor medida a la población sin seguridad social.

Las consecuencias de no hacer nada

El incremento en las enfermedades arriba mencionadas podría impactar con el aumento de las complicaciones por una atención tardía o inadecuada. Es decir, en los próximos años podríamos registrar un aumento de ceguera, daño renal, amputación de miembros inferiores, daño hepático, enfermedad cerebrovascular, infarto agudo al corazón, daño pulmonar, infecciones congénitas, cáncer de hígado y SIDA.

Ilustraremos lo anterior con un ejemplo puntual: el efecto de la pandemia en la insuficiencia venosa y en la infección por VPH. Después de una reducción en el diagnóstico de estas enfermedades en los últimos tres años y medio, esperamos un incremento súbito tanto en la cantidad de úlceras venosas en miembros inferiores como en la frecuencia de amputación de extremidades inferiores. En el caso de detección de la infección por VPH, displasia cervical y cáncer cervicouterino, esperamos que en un futuro cercano se detectará más pacientes lesiones cervicales severas y también en el cáncer cervicouterino en etapas no tempranas.

Tarde o temprano este subregistro impactará en el aumento en los costos de tratamiento —para el sistema de salud, para los seguros de gastos médicos y en el gasto de bolsillo—, incapacidades, necesidad de hemodiálisis, trasplante renal, etc. Pero también afectará de otras maneras, por ejemplo, reduciendo la capacidad productiva, la calidad y la expectativa de vida.

Es importante considerar que antes de la pandemia, se dio un cambio en el modelo de APS (la desaparición del Seguro Popular, la creación del Insabi y ahora del IMSS-Bienestar). Este cambio se ha reflejado en una disminución en la capacidad de atención a la salud en el sector público. Por ejemplo, se estima que durante 2022 el 51.2 % de la población que recibió alguna atención en salud lo hizo en servicios públicos. El resto de la población se atendió en el medio privado, lo cual implicó consultas a domicilio, consultorios pertenecientes a farmacias, consultorios en hospitales o torres médicas. De acuerdo con la Ensanut 2022, en el 90 % de la población el motivo de elección del lugar de atención médica tiene que ver con el acceso. De manera preocupante, los principales motivos para no entenderse en el lugar de derechohabiencia fueron acceso y calidad (92 %), lo cual nos habla de dificultades para el acceso a servicios médicos en el sector público.

Si el cambio de modelo de APS trastornó la atención en la salud, la pandemia la potenció. Durante los primeros nueve meses de la pandemia, en el IMSS se presentó una disrupción significativa en los servicios de salud reproductiva, salud materna, salud de la infancia y en de las enfermedades no transmisibles. Esta disrupción impacto en una disminución del 79 % en el tamizaje de cáncer de mama, 68 % en el tamizaje de cáncer cervicouterino, 66 % en las consultas de niño enfermo, 54 % en los servicios de anticonceptivos, 36 % en vacunación, 32 % en atención a diabetes e hipertensión y 27 % a cuidado prenatal.

Como consecuencia de todo lo anterior, en México se ha afectado de manera importante la expectativa de vida. Este no es un fenómeno que inició con la pandemia, de hecho inició en 2015. Para ese año pasó de 75.8 a 75.7 años. Sin embargo, de acuerdo con Patrick Heuveline, antes de la pandemia la expectativa de vida de un mexicano era de 72.2 años y de una mexicana de 78 años. Ahora se estima que para hombres es de 67.9 años y para las mujeres, 74.2 años. Es decir, durante la pandemia se perdió el progreso de los últimos treinta años en la salud poblacional de nuestro país.

Andreu Comas García
Profesor-Investigador de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí y de la Universidad Cuauhtémoc San Luis Potosí

Emanuel Orozco Núñez
Profesor-Investigador del Instituto Nacional de Salud Pública

fuente: https://redaccion.nexos.com.mx/retos-en-la-prevencion-diagnostico-y-tratamiento-de-enfermedades-despues-de-la-pandemia/