Los datos publicados este martes revelan que el calentamiento global en 2023 alcanzó los 1,48 grados Celsius, marcando un alarmante salto con respecto a 2016, anteriormente el año más cálido. Este nuevo récord sitúa al mundo a solo centésimas de grado del límite crítico de 1,5 grados que los países intentaron evitar en el Acuerdo de París en 2015. Aunque ya se confirmó que 2023 fue el año más caluroso registrado, la magnitud de este calentamiento ha dejado a los científicos sorprendidos, acercando al planeta a consecuencias climáticas potencialmente devastadoras.
Los análisis de Copernicus, la agencia de vigilancia climática de la UE, advierten que el calentamiento global podría empeorar en los primeros meses de este año, proyectando que el período de 12 meses que concluye en enero o febrero probablemente supere los 1,5 grados. Más allá de los récords anuales, los científicos se preocupan especialmente por un estado de calentamiento a largo plazo de 1,5 grados o más, ya que esto podría afectar gravemente los ecosistemas y llevar el calor del verano a niveles críticos para la supervivencia humana.
El año 2023 fue testigo de temperaturas sin precedentes, impulsadas principalmente por el cambio climático y exacerbadas por el fenómeno El Niño. Este aumento de temperatura no solo supera récords anteriores sino que resalta la velocidad exponencial del cambio climático en los últimos años. Las temperaturas medias anuales del aire fueron las más altas o casi las más altas registradas en todas las cuencas oceánicas y continentes, salvo Australia. Los océanos también experimentaron un calor sin precedentes, con temperaturas de la superficie del mar alcanzando niveles históricos, lo que contribuye a fenómenos meteorológicos extremos.
Este récord de calor en 2023, que trajo consigo eventos climáticos extremos mortales como incendios forestales, debería ser un llamado de atención para la acción climática global. A pesar de la reciente COP28 en Dubai, donde casi 200 países acordaron contribuir a la transición global lejos de los combustibles fósiles, los críticos señalan lagunas en el acuerdo. El mensaje es claro: se necesita una descarbonización urgente de la economía y la utilización de datos climáticos para prepararse para los desafíos futuros si se desea gestionar eficazmente los riesgos climáticos.