Un reciente estudio arroja nueva luz sobre los hábitos alimenticios de los humanos de la Edad de Piedra, desafiando la creencia previa de que se centraban exclusivamente en la caza de grandes mamíferos. Investigaciones realizadas a cabo en el este de Alemania, específicamente en Bilzingsleben, Turingia, revelan que, hace aproximadamente 400.000 años, los humanos de esa época cazaban sistemáticamente castores, ampliando así la diversidad de su dieta.
El descubrimiento, liderado por la Universidad Johannes Gutenberg de Mainz, desmiente la noción previa de que los humanos prehistóricos se alimentaban principalmente de grandes mamíferos como ganado salvaje y rinocerontes. Los hallazgos en Bilzingsleben incluyen restos antiguos de castores, con aproximadamente 94 ejemplares evidenciando marcas de corte realizadas con herramientas de piedra, indicando una explotación significativa de estos animales.
La investigadora Sabine Gaudzinski-Windheuser de la Universidad de Mainz señaló que la creencia generalizada hasta ahora sostenía que, en lo que hoy es Europa, la población se centraba en la caza mayor hasta hace unos 50.000 años, marcando una diferencia notable con las estrategias alimentarias. más flexibles de los humanos modernos. Sin embargo, este nuevo estudio proporciona pruebas concretas de que la dieta de los humanos prehistóricos abarcaba un espectro alimentario más amplio mucho antes de lo que se pensaba.
El análisis detallado de los restos de castores jóvenes, ricos en grasa, sugiere que los humanos de la Edad de Piedra no solo cazaban a estos animales, sino que también aprovechaban sus beneficios nutricionales. Este descubrimiento desafía las concepciones anteriores y destaca la necesidad de reevaluar las percepciones sobre las prácticas alimenticias de las sociedades prehistóricas.
El estudio, publicado en la revista “Scientific Reports” y realizado en colaboración con el Centro Leibniz de Arqueología de Mainz y la Universidad de Leiden en los Países Bajos, revela una faceta más compleja de las interacciones humanas con su entorno en la antigüedad y amplía nuestro entendimiento sobre las adaptaciones alimenticias de los primeros pobladores de Europa.