Columnistas

Un informe no clasificado

Por Joel Hurtado Ramón

Los pueblos del mundo se pueden considerar en cuatro grupos, según el punto de vista heterodoxo de quienes tratan de guiar espiritualmente la humanidad en este nuevo ciclo. Ciertamente ésta es una amplia generalización, habiendo muchos grupos de enlace entre las cuatro principales agrupaciones.
Primero, las masas ignorantes: éstas, debido a la pobreza, la desocupación, el analfabetismo, el hambre, la desesperación y la falta de esparcimiento y de medio para adquirir cultura, están enardecidas. Tienen suficiente desarrollo para responder a las sugerencias y al control mental de las personas un poco más evolucionadas que ellas. Son fácilmente regimentadas, influenciadas, estandarizadas e impulsadas a una actividad colectiva por los líderes de cualquier escuela de pensamiento, que sean suficientemente inteligentes y emotivos, para despertar los deseos materiales, el amor a la patria y el odio hacia quienes poseen más menos que ellos. Estas personas pueden ser controladas por el temor y, por lo tanto, impulsadas a actuar por la demanda emotiva.
Como no conocen nada mejor y padecen tantos sufrimientos son fácilmente arrastradas por los fuegos del odio y del fanatismo, y constituyen una de las más grandes e inocentes amenazas de esta época. Son juguetes en manos de los que están bien informados, y se hallan indefensas contra quienes tratan de utilizarlas para cualquier propósito. Pueden ser conmovidas con más facilidad por las exhortaciones emocionales y las promesas, porque las ideas casi no llegan a impresionar sus conciencias, debido a que no están desarro-lladas suficientemente para pensar por sí mismas. Las masas luchan y mueren azuzadas por fogosas arengas, y pocas veces saben de qué se trata. Sus condiciones de vida deben ser mejoradas, pero no por la explotación ni por el derramamiento de sangre.
Segundo, la llamada clase media y sus dos categorías, superior e inferior: constituye el grueso de cada nación, la burguesía inteligente – diligente, inquisidora, de mente estrecha y esencialmente religiosa, aunque repudia frecuentemente los requisitos de la religión. Es arrastrada por el conflicto económico, y constituye sin excepción el elemento más poderoso de cualquier nación, por su capacidad para leer, discutir, pensar, invertir dinero y apoyar a cualquier bando. Representan la mayor parte de los partidarios del mundo, los que luchan por una causa y forman grandes grupos, sea a favor o en contra de uno y otro partido. Les agrada reconocer y elegir a un líder, y están dispuestos a morir por la causa y hacer incesantemente mayores sacrificios por sus ideales, basados en las ideas presentadas por sus líderes elegidos.
El segundo grupo constituye el campo más fructífero de donde se extraen los nuevos líderes y organizadores. Forman un grupo intermedio entre los pensadores del mundo, los intelectuales y las masas humanas. En último análisis, son el factor que determina los asuntos mundiales
Debido a su inteligencia, a las mayores posibilidades que tienen de adquirir cultura, a su habilidad para leer, al impacto de los nuevos métodos de propaganda, la prensa y la radio, constituyen el grupo más poderoso del mundo en cada nación, y a ellos se dirigen los líderes, demandando su apoyo y lealtad partidista, trayendo el triunfo de cualquier líder. Son los únicos que contribuyen con la mayoría de los votos en los asuntos nacionales. Se hallan dominados por la incertidumbre, la duda y el temor, profundamente arraiga¬dos, y el deseo de que se haga justicia y se establezca el nuevo orden de cosas.
Sobre todo, desean la paz, estables condiciones económicas y un mundo ordenado. Están dispuestos a luchar por ello, combatir en todos los partidos y grupos por los ideales políticos, nacionalistas, religiosos, económicos y sociales. Si prácticamente no luchan en sentido físico, lo hacen por medio de la palabra, discursos y libros.
Tercero, los pensadores del mundo: son los hombres y mujeres inteligentes y muy cultas, que captan las ideas y las formulan en ideales. Estas personas hablan, escriben artículos y libros y utilizan todos los métodos conocidos para llegar a educar al público en general, y así hostigan a la burguesía obligándola a entrar en actividad, agitando, por medio de ella, a las masas. La función y el papel que desempeñan son de suprema importancia. De sus filas egresan quienes influencian firmemente el curso de los acontecimientos mundiales, una veces con fines buenos, otras con fines egoístas. Manejan la mente humana como un músico maneja su instrumento, estando en sus manos el poder de la prensa, la radio y la tribuna pública. Su responsabilidad es enorme. Algunos pocos, quizás más de lo que parece, trabajan desinteresadamente inspirados por la nueva era. Se dedican a aliviar las condiciones humanas y a mejorar los asuntos mundiales, aplicando (correcta o errónea¬mente) ciertas líneas que, para ellos, constituyen la esperanza del futuro y la elevación de la humanidad. Se hallan en todo gobierno, partido, sociedad y organización, iglesia y grupo religioso. Constituyen hoy la entidad más influ¬yente, porque a través de ellos se llega a la gran clase media, influenciándola y organizándola para fines políticos, religiosos y sociales. Sus ideas y expre¬siones se infiltran a través de la clase elevada y de la clase media, llegando finalmente a oídos de los individuos más avanzados de las masas no evolucio¬nadas.
Cuarto, el Nuevo Grupo de Servidores del Mundo: son los que comienzan a formar un nuevo orden social en el mundo. Políticamente no pertenecen a partido o gobierno alguno. Reconocen a todos los partidos, credos, organi¬zaciones sociales y económicas y a todos los gobiernos. Se hallan en todas las naciones y organizaciones religiosas, y se ocupan de formular el nuevo orden social. Desde el ángulo estrictamente físico, no luchan por lo mejor que existe en el viejo orden, ni por mejorar las condiciones del mundo. Consideran que los antiguos métodos de lucha, partidismo y agresión, y las antiguas técnicas de luchas partidarias han fracasado totalmente, y que los medios empleados hasta ahora, en todas partes y por todos los partidos y grupos (luchas, violentos partidismos por el líder o una causa, ataques a los individuos cuyas ideas o modos de vida se consideran perniciosos para el género humano), están fuera de época y son considerados inútiles e inapropiados para obtener las deseadas condiciones de paz, plenitud económica y comprensión. Están ocupados en la tarea de inaugurar el nuevo orden mundial, formando en todo el mundo – en cada nación, ciudad o pueblo – una agrupación de personas que no pertenece a partido alguno ni apoya a un bando, pero postula una tribuna clara y definida y un programa tan práctico como el de cualquier partido. Se apoyan en la esencial divinidad del hombre; su programa se basa en la buena voluntad, característica básica de la humanidad.