Como consecuencia del cambio climático el deshielo ha arrojado a la luz cientos de escaladores muertos en el Everest. Entre los que este año escalan el pico más alto del Himalaya hay un equipo singular, cuyo objetivo no es alcanzar la cima de 8,849 metros, sino bajar restos humanos olvidados. Arriesgando sus vidas, ya han recuperado cinco cuerpos congelados, incluido un esqueleto, que luego llevaron hasta Katmandú, la capital de Nepal.