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El Síndrome de Burnout: El impacto en el Desgaste mental y físico

Por Antonio Lagunes Fuertes

El cerebro humano es un órgano complejo y funcionalmente apasionante. Gracias a él, somos capaces de realizar funciones mentales como la comprensión, la concentración, la memoria, la abstracción y la planeación. En función de ello es posible definir, discernir y tomar decisiones. A través de nuestros sentidos, el cerebro recibe un flujo enorme de información del mundo que nos rodea, la procesa y hace que cobre significado. Tiene la capacidad de realizar funciones para regular la temperatura corporal, la circulación sanguínea, la respiración, la digestión, organiza y controla el movimiento y ejecuta numerosas tareas más.

En promedio, el cerebro de una persona adulta pesa entre 1,300 y 1,400 gramos. Está compuesto por más de 100 mil millones de neuronas y una cantidad mucho mayor de sinapsis, que permiten la conexión entre neuronas. Cuando tomamos decisiones y experimentamos emociones, en el cerebro se produce una complicada mezcla de procesos químicos y eléctricos.

Gracias a esas capacidades y funciones, una persona puede realizar diversidad de tareas y procesos diariamente. En la sociedad moderna, caracterizada por la rapidez, la inmediatez, la incertidumbre, entre otros rasgos, una persona realiza trabajo en casa, pero al mismo tiempo, atiende a los hijos o alguna llamada telefónica y realiza actividades laborales online. Esta división de atención en varias tareas se denomina multitasking o multitarea. Pero, ¿qué sucede cuando intentamos equilibrar el trabajo, la familia, la pareja, la casa, los amigos, la carga excesiva de trabajo y una recompensa insuficiente por el trabajo realizado? Esta situación puede generar un gran desgaste, provocar estrés y conducir a un agotamiento a nivel intelectual, físico y emocional.

Este agotamiento muchas veces produce malestar, pérdida de energía progresiva, irritabilidad, frustración, desmotivación, falta de interés y agotamiento acompañado de síntomas de ansiedad y depresión. La productividad de la persona puede verse afectada, disminuyendo en un 40%, según estudios, y esto puede tener un impacto negativo en su desarrollo profesional, así como la posibilidad de aumentar el riesgo de accidentes.

El síndrome de Burnout, o síndrome del quemado, identificado por el psicólogo estadounidense Herbert Freudenberger, describe este estado de agotamiento extenso. La Organización Mundial de la Salud (OMS) lo clasificó como un factor de riesgo laboral en el año 2000, destacando su potencial para afectar la calidad de vida y la salud mental. En 2022, lo incluyó en su Clasificación Internacional de Enfermedades, y en México, a partir del 2024, se formalizó su reconocimiento en la Ley Federal del Trabajo (LFT).

Para la OMS, existen tres signos principales de Burnout: sensación de cansancio o agotamiento de la energía; aumento del desapego mental hacia el propio trabajo, o sentimientos de negativismo o cinismo relacionados con el mismo; y reducción de la eficacia profesional. La fatiga por estrés laboral afecta a 75% de los mexicanos en edad productiva, superando a países como China (73%) y Estados Unidos (59%), según el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). De acuerdo a la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), nuestro país ocupa el primer lugar en estrés laboral a nivel mundial.

El Síndrome de Burnout se encuentra prevalente en diversos entornos, principalmente los hospitalarios, cuidado de la salud, educación, construcción, fabricación, ventas, marketing, administración pública, entre otros. Sin embargo, actualmente este fenómeno ha ido evolucionado, y estudios recientes han demostrado que el abanico de profesionales queda abierto a aquellos que ocupan puestos de mucha responsabilidad, tienen jornadas laborales largas (entre 10 y 16 horas) o trabajos repetitivos, monótonos y aburridos sin ningún elemento motivante.

A pesar de las cifras alarmantes de empleados que sufren burnout y lo fundamental que es la salud mental en el trabajo, el 69% de los trabajadores no cree que su empresa haga lo suficiente para prevenir la depresión laboral y el 49% de las empresas aún no cuenta con una estrategia adecuada para el bienestar de los empleados. Según Gallup, solo el 21% de los trabajadores dijo que su empresa está interesada en su bienestar, tanto laboral, como personal.

Según una encuesta de Statista Survey realizada en Estados Unidos, existen factores y actividades que pueden ayudar a disminuir las probabilidades sufrir Bunout en el trabajo, entre ellos se encuentran: estabilidad familiar, realizar alguna actividad física, tener un hobby, disfrutar de vacaciones suficientes, disminuir la presión laboral, no tomarse el trabajo tan en serio, entre otros.

La salud mental es un tema que debe preocuparnos, el síndrome de burnout es un desafío serio en la sociedad. Por ello, es necesario generar políticas públicas para su prevención, atención y cuidados.  Además, es preciso romper con estereotipos y falsas creencias, superando prejuicios y estigmatizaciones.

Ideario en Perspectiva

Después de la catástrofe se buscan culpables, se multiplican los análisis, se identifican los errores y se llama a la manifestación. ¡A buenas horas, mangas verdes!