Presencia.
- “Cumple, históricamente, papel de fiscalización y contrapeso”
- “Perspectivas preocupantes en el caso de ganar Trump”: RSF
- “Será difícil desactivar la creciente tensión poselectoral”: CPP
- Las redes ‘viralizan’ contenidos y marcan agenda de políticos
- Las televisoras declaran al ganador de las elecciones en USA
- ABC, CBS, CNN y NBC utiliza encuestas de Edison Research
- Internet y nuevas tecnologías hacen análisis más sofisticados
- Victoria electoral del martes 5 se certifica hasta el 6 de enero
La libertad de prensa también se juega su futuro en las próximas elecciones presidenciales del 5 de noviembre en Estados Unidos, tras una campaña en que el candidato Donald Trump ha atacado sin descanso a los medios de comunicación convencionales justo cuando éstos sufren una grave crisis existencial por la caída del negocio y la irrupción de las redes sociales.
En Estados Unidos, la libertad de prensa y de expresión en general está consagrada en la primera enmienda de la Constitución, y la prensa ha cumplido históricamente un papel de fiscalización y contrapeso -el llamado Cuarto Poder- que ha costado la carrera a más de un político y hasta a presidentes como Richard Nixon.
Contactadas por EFE, tanto el Comité para la Protección de Periodistas (CPJ, siglas en inglés), como la sección estadounidense de Reporteros Sin Fronteras (RSF) coinciden en la importancia de puede tener para el futuro inmediato de la prensa la línea política del próximo Gobierno estadounidense, y coinciden en que las perspectivas son más preocupantes en el caso de una victoria de Trump.
Así, RSF recuerda que Trump ha atacado a la prensa verbalmente más de 100 veces en los pasados dos meses -más de dos veces por día-, y ha amenazado con utilizar las armas a su disposición una vez llegado al Gobierno para castigar a los medios críticos.
En sus mítines, es habitual que Trump denigre a la prensa llamándola genéricamente “fake news” (creadores de bulos) y arengando a sus simpatizantes para que abucheen a los periodistas presentes.
No es casual que la confianza en los medios sea la más baja nunca registrada, según el prestigioso Pew Research, y esto se agudiza entre votantes republicanos. “No puede atribuirse por completo a Trump, pero sin duda él ha contribuido”, recuerda RSF.
La organización nacida en Francia recuerda que un presidente puede, tanto por su tono como por las medidas que impulse, tener un papel muy relevante en la protección de la libertad de prensa, y pone como ejemplo positivo el del actual gobierno de Joe Biden, que publicó una especie de guías para la policía en la que se definía cómo los agentes del orden deben tratar a los medios durante los disturbios.
En cuando al CPJ, que enfatiza que su trabajo es salvaguardar la seguridad de los periodistas, reconoce también estar “preocupados por el acoso y las declaraciones de amenaza contra los miembros de los medios por parte de Trump, tanto durante su Gobierno como en la actual campaña, lo que va creando un entorno aún más hostil para los medios”.
Y teme que “cualquiera que sea el resultado, sea difícil desactivar la creciente tensión en el periodo postelectoral, y que estos excesos afecten luego negativamente a los medios”.
Además, la retórica incendiaria usada contra los periodistas cada vez con más frecuencia en los periodos electorales “distrae la atención de otras discusiones más serias sobre temas políticos que afectan a millones de estadounidenses”, recuerda el CPJ.
Estos ataques y el desprestigio de la prensa tradicional corren en paralelo al creciente poder de las redes sociales, que paulatinamente están ocupando el lugar de los medios a la hora de conformar la opinión pública: son las redes las que ‘viralizan’ los contenidos y las que marcan así la agenda de los políticos.
Así sucedió con el reciente comentario de un ‘telonero’ de Trump sobre Puerto Rico como una “isla de basura flotante”, o cuando Trump afirmó que los haitianos en Springfield “se comen a los perros y los gatos”: un aluvión de chistes, memes y canciones obligó a los candidatos a adaptar sus argumentos a cuestiones que han desviado la atención de los grandes problemas.
Y mientras tanto los medios de comunicación tradicionales, en un esfuerzo por recuperar terreno en un mundo tan cambiante, ya no saben si apoyar a un candidato (el famoso ‘endorsement’) les sirve para ganar o perder credibilidad. El Washington Post, por lo pronto, lo que sí ha perdido son 250 mil abonados por haberse negado su propietario Jeff Bezos a dar su apoyo a Kamala Harris.
Comentarios a vuela pluma
Estados Unidos es una de las democracias más antiguas del mundo, pero debido a su tradición federal no cuenta con un organismo electoral centralizado que cuente los votos. En las presidenciales, cada uno de los 50 estados y el Distrito de Columbia entregan al ganador un número determinado de delegados en función de su población y el candidato que coseche 270 se convierte en mandatario. Pero cada estado tiene su propio entramado de reglas para el escrutinio, el voto por correo y el horario de las mesas de votación, de manera que para conocer los resultados oficiales y definitivos deben pasar varias semanas. Las elecciones se celebran el primer martes de noviembre y la victoria no se certifica hasta el 6 de enero. Por eso las proyecciones no oficiales que hace la prensa han servido históricamente para evitar que se desate un largo periodo de incertidumbre. Para sus proyecciones, los grandes medios utilizan una combinación de resultados oficiales en vivo, encuestas a pie de urna, un análisis de tendencias electorales históricas y una red de colaboradores desplegados en los centros de escrutinio de condados clave. Las grandes cadenas ABC, CBS, CNN y NBC forman parte de un mismo consorcio que utiliza las encuestas de salida de la empresa Edison Research. La agencia AP se desvinculó del grupo en 2016 y lanzó su propio servicio, al que se afilió Fox News. Cada medio tiene un ‘decision desk’ o mesa de expertos que emite su propia proyección, pero todos siguen una misma regla de oro: anunciar al vencedor en un estado cuando la tendencia sea irreversible. La Agencia EFE informa de un ganador cuando lo confirman al menos dos de los grandes canales de televisión. En muchos estados donde la contienda es muy desigual se conoce el ganador justo cuando cierran los colegios electorales. En cambio, en los estados bisagra o morados, aquellos donde la cosa está muy reñida, las proyecciones pueden tardar incluso días. (Con información de EFE)
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