CAMALEÓN
Recién había triunfado la Revolución Cubana, quien esto suscribe a los 19 años se inscribió como militante en la Juventud Comunista de México, junto con otros jóvenes adscritos a “la izquierda” en el ámbito estudiantil integrábamos la Célula “Julio Antonio Mella”, del Partido Comunista Mexicano que entonces actuaba en la clandestinidad. Cuando la invasión de Bahía de Cochinos, o de Playa Girón, en abril de 1961, en México hubo mítines de protesta (en uno de ellos el expresidente Lázaro Cárdenas pronunció un discurso en el Zócalo), tuvimos oportunidad de ir a la Habana con gastos pagados por el PC con fondos, se decía, de la embajada rusa en el país. Ya en la gran Isla del Caribe en la Plaza de la Revolución escuchamos, arrobados por la fecunda retórica de Fidel Castro, uno de sus kilométricos discursos frente a miles de cubanos esperanzados en un mejor futuro. Aquel tiempo fue un periodo que se caracterizó por la fuerte influencia ideológica del marxismo en el ala de humanidades de la Universidad Nacional Autónoma de México, principalmente en las escuelas de Economía, de Ciencias Políticas y la facultad de filosofía y letras. En ese entonces circulaba con profusión el manual del Marxismo-leninismo, la Biblia de quienes seguíamos absortos la tesis de que “el capitalismo lleva a su interior los motivos de su propia destrucción”, como mística señal del advenimiento del comunismo, tras la desaparición de la lucha de clases. Cuando el triunfo de Fidel Castro en 1959 al derrocar a Batista todos supusimos y adelantamos para Cuba un futuro promisorio, ya no más casinos ni burdeles atestados de “gringos” que aprovechaban el fin de semana para llegar a la habana y retozar en esos antros donde explotaban la libido y el juego. No demoró Fidel en demostrar la verdadera faz de su propósito revolucionario y vino la vorágine de los encontronazos entre la Unión Soviética y los Estados Unidos porque la cabeza del imperio occidental consideraba a Cuba como cabeza de playa de la URSS, supuesto nada errado, pero ¿Quién de los enajenados ideológicos lo creía? Pasó el tiempo y Cuba no demostraba avances aun con los muy interesados subsidios de la URSS al gobierno cubano; políticamente los dueños del poder siguieron siendo los Castro, después de la “purga” interna contra quienes advertían la peligrosa injerencia soviética en la isla, ¡claro! era el precio de sus ministraciones mensuales a la clase gobernante del país. Cuando en 1991 desapareció la URSS una de sus muchas consecuencias fue dejar en la orfandad económica a la clase gobernante Cubana, ka misma que treinta años después del triunfo revolucionario no había podido cimentar las bases de un crecimiento económico con bienestar social para su población, a partir de ese hito histórico la culpa del atraso cubano se le ha atribuido “al bloqueo económico” impuesto por los Estados Unidos, una falacia que usa la elite gobernante para justificar su ineficiencia.
El viernes pasado colapsó el sistema eléctrico de Cuba, no podía ser de otra manera porque ni para su mantenimiento le alcanza el dinero al gobierno cubano. Ni el petróleo regalado de México, como antes lo hizo Venezuela es suficiente para mantener activa la planta industrial de ese país, muy magra por cierto. Más de un millón de cubanos han salido de la isla en los últimos años, entre ellos están quienes confiaron en que la Revolución los iba a redimir, muy tarde se percataron de su equivocada percepción porque ahora vagan por tierras ajenas en busca de subsistencia. No obstante esa penosa realidad no faltan quienes consideran que Cuba hubiera prosperado de no ser por el bloque económico, no ven más allá de su corral ideológico e ignoran una realidad de indiscutible presencia: el gobierno cubano es incapaz de sacar adelante a la isla, se encapsuló por tantos años de subsistir a costa de subsidios de gobiernos afines, de no abrir las puertas a la disidencia política y por el contrario encarcelar a opositores que se atrevieron a discrepar públicamente y creyeron en la vía democrática para competir por el gobierno. Gobernantes cuyo discurso se estancó en la disculpa: no prosperamos por el bloqueo económico, lo increíble consiste en que haya quienes asumen como ciertas esa versión. Pero para quienes en la ya lejana juventud tuvimos el sueño de una Cuba plena de prosperidad (¿quién siendo joven no es inconforme y sueña ideales?), después del largo letargo del gobierno cubano, incapaz de satisfacer las necesidades de un pueblo al que oprime y no permite expresar inconformidad («actúan bajo las orientaciones que les dan los operadores de la contra revolución cubana desde el exterior», dice Días Canel), lo que ahora ocurre en la isla es producto del autoritarismo político y de la concentración del poder en una elite corrupta e ineficiente. Efectivamente, como decía Benavente: “los sueños, sueños son”.