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Breve historia del calendario.

Por Luis Humberto Muñoz Vazquez

Panoramas de Reflexión

            Investigando un poco por ahí, encontré esta pequeña reseña histórica del calendario que actualmente nos rige y hoy se la presento para que la disfrute. Espero que esta lectura le resulte interesante, instructiva y amena. Aproveche mejor su tiempo con una sana lectura que le beneficie y aporte conocimiento y cultura.

            Originalmente el calendario tenía un uso principalmente religioso y agrícola. Desde el punto de vista religioso para recordar las festividades. Y desde la opinión agrícola para marcar el inicio y terminación de las estaciones, e indicar los tiempos de siembra, apareamientos, cosechas, etc. Los calendarios son de dos tipos: los solares (365 días) y los lunares (29.5 días). El calendario lunar se rige por el ciclo de 29 y medio días de la luna. En la antigüedad fue muy socorrido por la semejanza con el periodo menstrual de la mujer, y con el tiempo de preñez de 10 meses lunares. Los babilonios iniciaron el uso del calendario lunar, y descubrieron en 432 a. C. el ciclo metónico de 19 años. Que corresponde exactamente a 235 meses lunares. En el norte de Europa, las tribus celtas, se regían por un calendario lunar, donde la unidad de medida no era el día, sino la noche. Contaba con un ciclo de 62 periodos de 15 noches de luna creciente, y 15 de luna menguante. En el año de 1897 se descubrió en Cologny, Sudáfrica, una placa de bronce que data del siglo I a. C., con una copia de este calendario lunar. El calendario lunar es usado actualmente en el mundo del Islam, en estricta obediencia al profeta Mahoma y al dictado del Corán: “La luna nueva, fijará el tiempo para la población y para el peregrinaje”. Sin embargo, los países occidentalizados han comenzado a cambiar hacía el calendario solar, al menos para los asuntos de orden civil. En 1926, Mustaffá Kemaal Atatürk proclamó el fin del sultanato, y adoptó el calendario occidental. Los egipcios optaron por el calendario solar de 365 días y un cuarto, y son los precursores directos del calendario moderno que ahora usamos. En américa, la cosmografía estaba muy avanzada antes de la conquista española. Los mayas se regían por un calendario solar de excepcional exactitud. El año solar es el tiempo de translación de la tierra alrededor del sol, y en este plazo se suceden las cuatro estaciones. El día por otra parte, es el tiempo que tarda la tierra en girar sobre su eje, y dura 24 horas, y no tiene relación directa con el año solar. Como el año solar dura 355 días 5 horas 48 minutos 46 segundos, no es posible hacer coincidir el año, con un número exacto de días. Para subsanar este problema se optó por hacer el año de duración variable, al establecer años cortos de 365 días, y algunos largos de 366 días. Fue el calendario solar más práctico y es el que se usa principalmente. Sin embargo los judíos emplean el calendario lunar. Y el calendario litúrgico de la Iglesia Católica tiene elementos lunares y solares. La Navidad está de acuerdo al calendario solar, pues se fija 3 días después del solsticio de invierno (21 de diciembre). Y la pascua está conforme a la luna, pues el viernes santo es el posterior a la primera luna llena siguiente del equinoccio de primavera (21 de marzo). La definición de la Pascua florida, fue un tema de importancia especial para la iglesia primitiva, pues la resurrección debía ser fijada en domingo, y los conflictos sobre ese tema entre el patriarcado de oriente y el de Roma se volvieron agudos. Y a la fecha, motivo de desacuerdo entre las iglesias ortodoxa oriental, y la católica. En el primer concilio ecuménico de Nicea (Hoy Iznik, Turquía) en 325 d. C., se estableció el uso del calendario lunar para las fiestas de semana santa. Desde tiempos inmemoriales se sabe que el año comprende las cuatro estaciones: invierno, primavera, verano y otoño. Y que ese ciclo tiene una duración fija de un año. También es sabido que el sol se mueve diariamente de oriente a occidente, y que nunca pasa exactamente por el mismo lugar. En verano se encuentra más arriba (cerca del cenit). Y en invierno más al sur (para el hemisferio Norte.). Cuando se encuentra más al sur es tiempo de frío y las noches son largas y los días cortos. Estamos en el solsticio de invierno. Cuando está más al norte, hace calor y las noches son cortas y los días largos, es el solsticio de verano. Al inicio de primavera y del otoño, las noches y los días son de igual duración, son los equinoccios. Lo lógico desde ese punto de vista, es dividir el año en cuatro meses. Y el inicio de cada uno debería ser al comienzo de una estación. El problema es que esos meses no comprenden una cantidad exacta de días. Por lo que habría que empezar el año a diferentes horas del día, y el calendario se complica enormemente. El calendario actual es el producto de imitaciones y remiendos de otros más antiguos. El que ahora usamos fue adaptado del egipcio, por Julio Cesar, quien eligió el inicio del año de una manera más o menos arbitraria. Modificó así, el calendario romano antiguo de 355 días, y que comprendía 10 meses. Iniciándose el año, el primero de marzo, aniversario de la fundación de Roma [en 753 a. C. “Ab Urbe Condita”. (Desde la fundación de la ciudad).]. La intención de Julio Cesar era establecer un calendario de 365 días y cuarto, fijando un año bisiesto cada cuatro. Con 10 meses cada uno, y haciendo coincidir el inicio del año con el día más corto (solsticio de invierno, lo que hoy es el 21 de diciembre). Con ello, el invierno comenzaría el primero de enero.

            No se pudo, el pueblo Romano era muy supersticioso y deseaba un calendario lunar. Exigió a través del senado, que el año comenzase en la luna nueva de ese año, la que se presentó 10 días después del solsticio de invierno. Es por ello, que el año comienza 10 días después del solsticio de invierno (21 diciembre). SENATUS POPULUSQUE ROMANUS (SPQR.), que significa: Senado y Pueblo Romano. Y en cierto sentido, esto afectó la fecha de la Navidad, la cual se pretendió fijar en el solsticio de invierno. (Pero fallaron por tres días). El nuevo calendario no modificó la cantidad de 10 meses existentes. Pero posteriormente a la muerte del Cesar, se agregaron dos meses más, después del mes quintilis. Uno se bautizó como Julio, en honor del Cesar. y agosto, en honor del emperador Augusto. Este calendario fue bastante preciso y se conservó en uso hasta el siglo XVI, cuando se hizo notable la acumulación de los pequeños errores del mismo. Errores generados por la diferencia entre la duración real del año (365.2421991 días) y la supuesta de 365.25 días. Error de 0.0078009 días/año. (0.0078009 días x 1622 años = 13 días). En el año de 525 d.C., el mundo occidental se encontraba bajo las invasiones de los bárbaros. Los Ostrogodos dominaban Italia. Y en un breve periodo de reacción, el general Belisario, a las órdenes del Emperador Justiniano de Oriente, libera al Mundo Cristiano del pillaje de los Vándalos. Es en ese tiempo, que el monje Dionisio “el exiguo”, calcula la fecha de la Navidad, y propone al Papa, que el inicio del año sea el 21 de marzo. Para igualarlo con el equinoccio de primavera. Además, se establece que, en adelante, las fechas lleven las siglas A. D., de “ANNO DOMINI” y cuyo significado es: “Año del Señor”. Esto último ha creado confusión en los países de habla no latina, en donde se le ha dado el significado de “After Death” a esas siglas. Suponiendo que el inicio de la era cristiana corresponde a la fecha de la muerte de Cristo, con lo cual quedarían 33 años de diferencia con el calendario cristiano. La historia de la iglesia católica ha estado marcada por incontables crisis. La persecución durante el imperio Romano, las herejías arrianas, las invasiones de los bárbaros, las batallas por la investidura, el cisma de oriente, el gran cisma y muchas otras. Sin embargo, posiblemente la más grave, se presenta durante el siglo XVI con la reforma luterana. De la noche a la mañana, los cimientos mismos de la cultura, la sociedad y la religión, se tambalean. La deserción en todos los campos es rampante, y la decadencia espiritual de la jerarquía no presentaba defensa alguna contra las revueltas reformistas. En ese tiempo, se da en el interior de la iglesia, una urgencia de renovación espiritual y moral. Un intento de conciliación con las verdades absolutas. Aparecen figuras de la talla de Ignacio de Loyola y de Gregorio XIII. El Papa Gregorio XIII, no fue un asceta, sino un organizador y un hombre de férrea disciplina. Recordado principalmente por su aceptación de las matanzas de protestantes en París, el día de San Bartolomé. Es también conocido por hacer cumplir los Decretos del concilio de Trento. Y desde luego, por la reforma al calendario Juliano. En 1582, este Papa ordena que el día siguiente a octubre 4, sea octubre 15. También que se eliminaran los años bisiestos que correspondían al inicio de siglo, excepto aquellos años divisibles por 400. (Corrección de 0.0075 días/año, quedando un error de 0.00030009 días/año, o sea 43.2 minutos por siglo.). Esta reforma del calendario, aún en vigor, garantiza una discrepancia mínima entre el año civil y el real. Como el proceso de medir el tiempo, recayó en la Iglesia Católica. El Reino unido y las colonias norteamericanas no aceptaron la reforma Gregoriana, y usaron el calendario Juliano hasta el año de 1752. Rusia y Rumania aceptaron el nuevo calendario hasta 1918, y las zonas ortodoxas griegas siguen aferradas al calendario antiguo. En lo referente a las semanas, en el mundo católico, estas se conservaron de 7 días, de acuerdo al calendario Judaico, tal y como se define en el Génesis sobre los 7 días que Dios tomó para la creación del mundo. Esta semana remplazó a la de 8 días que regía en el imperio Romano. El nombre del sábado proviene del vocablo babilónico “Sabattu”. Y que fue importado por los israelitas después de la expulsión de Babilonia. Entre las cosas que la jerarquía cristiana asimiló del mundo pagano, están los nombres de los días de la semana. Los cuales se refieren a: La luna, Marte, Mercurio, Júpiter, Venus. El sábado recibe su nombre del Sabattu, y el domingo es el día del Señor (Domini). En los países de habla inglesa, el sábado se refiere a Saturno y el domingo al sol. (Saturday, Sunday). El miércoles, jueves, y viernes (Wednesday, Thursday y Friday) reciben sus nombres de los dioses noruegos “Odin, Thor y Freya”, que fueron importados a Inglaterra en el siglo LX, por los Vikingos. Intentos fallidos de simplificar o alterar el calendario no han faltado. Sin embargo, la costumbre y la tradición son obstáculos insalvables para implementar un cambio. En 1792 la Convención Nacional de la Revolución Francesa, nombró un comité para la reforma del calendario, compuesta por varios matemáticos, un educador, un poeta, y el gran astrónomo, Laplace. Se produjo un nuevo sistema de 10 días por semana, llamado la décade. Tres décades por mes. El día contaba con 10 horas, con 100 minutos cada una, y 100 segundos por minuto. Para ajustar con el año solar, se agregaron 5 o 6 días, según el caso. Los nombres de los días eran: “El trabajo, la virtud, el ingenio, la opinión, la recompensa, etc.”. Este calendario estuvo en vigor 13 años. Hasta que Napoleón Bonaparte lo abolió. En 1929, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, remplazó el calendario cristiano por el Revolucionario, con semanas de 5 días. Y meses de 6 semanas. En 1940 volvieron a aceptar el calendario Gregoriano.

            Actualmente se vislumbran pocas posibilidades de cambio, excepto por los ajustes de algunos segundos por siglo que se hacen para compensar la pérdida de velocidad de la rotación de la tierra, que hace que el día se alargue. Y como los segundos son ahora la unidad básica de medida y son inalterables, pues están vinculados a la vibración de los átomos, hay que corregir los relojes de vez en cuando. Que tenga un buen día.

Luis Humberto.

Integrante de la Red Veracruzana de Comunicadores Independientes, A. C. (REVECO).