CAMALEÓN
“La Revolución se hizo en tren”, fue una de las frases más recurrentes cuando se aludía al fuerte protagonismo de ese medio de transporte durante la fase armada de la Revolución Mexicana- Fue el presidente Benito Juárez quien impulsó la construcción del tren Ciudad de México-Veracruz, tocó inaugurarlo al presidente Lerdo de Tejada; gracias al presidente Porfirio Díaz los kilómetros de ferrocarril se acrecentaron sensiblemente al concretar otra obra ferroviaria de elevado valor estratégico, de utilidad económica sobresaliente: el Tren del Istmo que une los puertos de Salina Cruz, Oax. con el de Coatzacoalcos, Ver. Otros importantes tramos se tendieron en el norte de la república con el propósito de dar viabilidad económica al conectarnos con los Estados Unidos. Ciertamente el ferrocarril fue un motor fundamental en el desarrollo social y económico de este país, pero problemas de rentabilidad económica combinados con una pésima administración, aparejados a la multiplicación de carreteras hicieron poco rentable el tren de pasajeros. Era del conocimiento público que para subsistir requería de tajadas presupuestales bastante abultadas, subsidios que lo hicieron inviable como medio de transporte. Sin embargo, aun proporciona servicios insustituibles en el transporte de carga- Desaparecido el tren de pasajeros en el gobierno de Ernesto Zedillo (1994-2000), ahora renace con el impulso del gobierno de AMLO y lo ofrece continuar la presidenta Sheinbaum. Ignoramos si el proyecto para ese renacimiento incluye análisis consistentes respecto de la viabilidad económica del tren de pasajeros, pero es un propósito inserto en el manual de políticas públicas del actual gobierno.
Quienes han investigado sobre esta materia concluyen que en pocos países del orbe el tren de pasajeros mantiene rentabilidad económica, y afirman que la mayoría de los que funcionan requieren de subsidios gubernamentales. En nuestro país, el gobierno de AMLO ya puso en operación el Tren Interoceánico de pasajeros Coatzacoalcos- Salina Cruz, para ese propósito utiliza un tramo del tren de carga que ha seguido operando en la región ístmica. Quienes han utilizado ese medio de transporte no están convencidos de su viabilidad pues, dicen, no compite con el transporte en autobús o automóvil. Debe reconocerse el ánimo de proporcionar transporte de costo más accesible a quienes no cuentan con capacidad económica para hacerlo en autobús, no obstante, el gobierno tampoco está en jauja, como lo evidencia el enorme déficit fiscal por el que atraviesa, y echarse ese compromiso a cuesta equivale a un contrasentido inadmisible en toda gestión pública. El tren México-Querétaro, es un proyecto de añejo currículo, Salinas de Gortari lo intentó con un tren eléctrico, de funcionamiento efímero pues solo operó durante dos años: Vicente Fox postuló un Tren Bala, pero fue frustrado por su elevado costo; aun se recuerda cuando Peña Nieto, dicen que por presiones del gobierno estadounidense, tuvo que cancelar el contrato ya suscrito con una empresa china para construir ese tren, un proyecto que ahora reactiva el actual gobierno e informa que arrancará en abril de 2025, aunque aun se desconoce a cuánto ascendería el costo final de ese proyecto, algo bastante irregular porque una obra pública debe incluir antes de ser iniciada el monto aproximado de su costo final. Pero el proyecto es atractivo, son 225 kilómetros entre ambos destinos, lo deseable es privilegiar el costo beneficio antes de iniciarlo para no incurrir en el tradicional vicio de obras multianuales, transexenales, de costo abismalmente diferente al original proyectado que terminan operando como una carga onerosa para el presupuesto federal. Son los vicios del tercermundismo del cual ya nos alejamos, según nos gusta presumir.