CAMALEÓN
Ahora que mucho se habla acerca de un retroceso institucional porque las recientes reformas constitucionales nos retrotraen al autoritarismo presidencial de los años setenta del siglo pasado se antoja revisar ese contexto salvando los matices impuestos por el tiempo y las circunstancias. Ciertamente, al desaparecer los órganos autónomos hemos dado un salto hacia atrás y desperdiciado a la vez todo el esfuerzo que la ciudadanía mexicana desplazó para crearlos como contrapeso al poder político, muy desmesurado, principalmente en el área del Poder Ejecutivo federal. Esa demolición institucional se acompaña con el propósito de “ahorrar recursos”, un sofisma que poco justifica esa extinción, pero que cuando se tiene la sartén por el mango en política casi todo se facilita. Además, el arribo de una nueva clase política en el país viene aparejado con nuevas circunstancias, que no necesariamente son iguales mucho menos las mismas a las prevalecientes en el siglo XX mexicano. Intentemos explorarlo.
Existen claras semejanzas y diferencias entre la hegemonía priista y la hegemonía de MORENA, veamos las primeras: durante la presidencia imperial el partido en el gobierno (el PRI) controlaba las cámaras legisladoras y el presidente colocaba a los ministros de la Suprema Corte de Justicia, ahora el partido en el gobierno (MORENA) también controla al Congreso y va a controlar al Poder Judicial. En el viejo régimen el PRI gobernaba la gran mayoría de las entidades federativas, como ahora lo hace MORENA. Antes de la era de transiciones partidistas en la presidencia de la república la mayoría priista en el Congreso federal, senadores y diputados votaban con absoluta sumisión las consignas presidenciales sin importar las protestas opositoras, igual hacen los de MORENA ahora. Hay sin embargo notables diferencias: en tiempos pasados el PRI era un instrumento de la presidencia de la república, servía de conducto a las consignas hacia diputados y senadores; en cambio, al menos por ahora, el partido en el gobierno, MORENA, no parece estar bajo el control absoluto del gobierno, y en ocasiones se perciben jaloneos entre esas esferas de poder político. En caso de resultar en coincidencia con la realidad, esto último hace una diferencia muy sustantiva porque estaríamos ante un caso inédito en nuestro sistema político. Obviamente, esta es una fotografía tomada a los 66 días del gobierno presidido por Claudia Sheinbaum, con el correr de los días y los acontecimientos habrá sin duda diferentes tonos