El Año Litúrgico Cristiano, celebración de los principales misterios de Cristo, y
el año civil están llegando a su fin. El Año Litúrgico se cierra con la fiesta de
Cristo Rey del Universo y, en los últimos domingos, la liturgia de la Palabra
contiene evangelios que presentan un tinte marcadamente escatológico. Es
decir, se hace alusión directa al término o conclusión de la historia humana y a
la plenitud del Reino de Dios. Todo alcanzará el esplendor de la justicia, la
verdad, la caridad y paz que se han iniciado con la presencia de Cristo que ha
tomado y asumido la condición humana.
Este reino, anunciado por Cristo como prioridad para él y la humanidad, es una
presencia divina interior y exterior que conduce los destinos de la historia
humana al esplendor de la justicia y del perdón. Por eso, ante todas las
injusticias a los más desvalidos, y atropellos a los derechos ciudadanos que
aquejan y lastiman a cada ciudadano mexicano debe prevalecer la esperanza y
la confianza en la fuerza vital del Reino de Dios. Este reino es una fuerza
pequeña y real, parecida a un grano de mostaza o como una perla preciosa
escondida en medio de tantos objetos sin brillo.
La sencillez y vitalidad del Reino de Dios no debe conducir a la confusión y
desaliento en el corazón del ser humano ante la grandeza y majestuosidad de
los poderes humanos que intentan conducir, inspirados únicamente por
intereses personales, los destinos de los ciudadanos. La fuerza interior del
amor de Dios arroja una luz vital que genera confianza y permite interpretar la
historia nacional en clave de esperanza, solidaridad y confianza. Es tiempo
para confiar y trabajar en lo más sencillo y simple de la vida hasta llevar juntos
la historia humana a la plenitud deseada por Dios.
Pbro. Juan Beristain de los Santos
Director
Oficina Comunicación Social
Arquidiócesis de Xalapa
LA ESPERANZA NACE DE LA FUERZA VITAL DEL REINO DE DIOS
Pbro. Juan Beristain de los Santos