Columnistas

Seguridad Pública, otro reto para Rocío Nahle

Por Alfredo Bielma Villanueva

CAMALEÓN

Cuando el 17 de febrero del año en curso, en Lerdo de Tejada elementos policiales victimaron a un joven que intentaba eludir un retén policiaco y por ese motivo resultó muerto, en este espacio aludimos a esa tragedia asemejándola a la punta de un iceberg de base muy ancha originada por un sensible descuido en el reclutamiento, capacitación y control de elementos policiales nada aptos para garantizar la paz y tranquilidad de la convivencia social en la entidad. Lamentablemente otros acontecimientos protagonizados por elementos de la policía estatal demuestran con crudeza esa apreciación, se repitió en junio en San Andrés Tuxtla donde un comerciante fue ultimado por el grupo de policías que lo había detenido, por ese hecho la alcaldesa del lugar vivió un bochornoso momento provocado por el reclamo de la turba ciudadana exigiendo justicia. Buena parte de la población de este país vive en constante zozobra, una de sus fuentes es la percepción de inseguridad que rodea al entorno social, sus raíces se encuentran en la violencia originada por grupos delincuenciales que actúan impunemente, así se ramifica en la extorsión, el secuestro, el feminicidio, las desapariciones y el homicidio doloso. Ante ese escenario ¿Cómo puede una comunidad sentirse segura cuando se encuentra entre grupos delincuenciales y una corporación policiaca que en vez de resguardarla la atemoriza?

El miércoles de la semana pasada dos jóvenes xalapeños estuvieron en grave riesgo existencial, y no precisamente por haberse topado con algún grupo de delincuentes sino, ¡Oh! ironía, con un cuerpo policial que arbitrariamente los detuvo, pero la desconfianza y la psicosis social prevaleciente en el ánimo de loa xalapeños los impulsó a evadirlos, iniciándose una persecución con beligerancia digna de repetirla contra verdaderos delincuentes, porque con total abuso de autoridad y prepotencia les dispararon e hirieron, y ya en la vorágine punitiva las “fuerzas del orden” armaron un operativo que incluyó invasión de propiedad privada sin contar con la respectiva orden para allanar domicilios. Los jóvenes no iban armados, no habían cometido ningún delito, ¿cómo justificar lo sucedido? Y si ese operativo para detener a gente inocente lo lleva a cabo la policía, entonces ¿en qué consiste nuestro “orden social”? Lo sucedido el miércoles en el Fraccionamiento Los Lagos en esta capital, no difiere esencialmente con lo ocurrido en febrero en Lerdo de Tejada, o lo de San Andrés Tuxtla, en junio, constituye, sí, un acto ilegal cometido justamente por elementos policiales (no toda la policía) cuya encomienda fundamental consiste en evitarlos, y en todo caso prevenirlos y consignarlos, lo ocurrido es sin duda mal diagnostico para un conjunto social que se encuentra entre “las fuerzas del orden” y la delincuencia. La carta publicada por vecinos del Fraccionamiento “Los Lagos” en Xalapa es expresión del desasosiego ciudadano y a la vez repudio contra los abusos de autoridad, esa misiva es acreedora de solidaridad social y merece la inmediata atención de la autoridad correspondiente, aunque en este caso lo que no se hizo en seis años no es factible realizarlo cuando ya está próximo el relevo institucional, por lo que corresponderá a la gobernante entrante asumir el compromiso contraído de velar por la seguridad de los veracruzanos.