Prosa aprisa
Aun cuando la tarde del martes se nubló en Xalapa, de repente, en forma sorpresiva, hubo un destello posible señal de que Veracruz estaría a la vuelta del retorno del entendimiento político con base en el diálogo, con un articulador hecho a la medida para lograrlo: Ricardo Ahued Bardahuil.
Si bien en las últimas horas se había estado especulando su posible llegada a la Secretaría de Gobierno en la administración que encabezará Rocío Nahle a partir del 1 de diciembre, fue la propia Gobernadora Electa quien lo confirmó en las redes sociales, calificándolo como “un político de altura con una gran sensibilidad social y humana”.
Si ella le otorga toda su confianza y lo deja operar con libertad, Ricardo podría ser la figura que buscara y lograra la unidad de los veracruzanos, acabara con los pleitos entre grupos políticos que han desangrado al estado, pondría fin a la política de persecución contra los propios veracruzanos, que han practicado varios antecesores suyos, el último, Eric Cisneros, y dignificaría el cargo, que cayó tan bajo con un hombre rústico, rupestre, que se dedicaba a chapear avenidas con azadón y machete, como “Bola 8”, quien además se dedicó a andar haciendo payasadas con el pretexto de rescatar la negritud.
En mi percepción, el nombramiento de Ahued cayó bien y ayuda a atenuar la tormenta en medio de la cual llegó Nahle a la gubernatura para el próximo periodo, tanto por la sospecha de que ganó con fraude, como por los señalamientos que se le hicieron durante toda su campaña.
Ni aceptó cargos con Fidel ni con Yunes
Actual presidente municipal de Xalapa por segunda ocasión, ahora por Morena, antes por el PRI, Ahued llegó como ciudadano a la política en 2005, fue diputado local y federal y actualmente es senador con licencia. En la actual administración federal fue administrador general de Aduanas del país, designado por el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Al concluir su primer periodo como presidente municipal de la capital del estado, en 2007, el entonces gobernador Fidel Herrera Beltrán lo invitó a hacerse cargo de la Comisión del Agua del Estado de Veracruz (CAEV), pero no aceptó. Cuando Miguel Ángel Yunes Linares ganó la gubernatura en 2016, lo invitó a comer a su casa y le pidió que se incorporara a su gobierno, dejándolo en libertad de que escogiera el cargo que quisiera, pero tampoco aceptó.
Será, pues, la primera vez que incursione en la administración pública estatal, pero llega cargado de mucho oficio y experiencia política, además de administrativa, por lo que será difícil que no entienda y no se entienda con los presidentes municipales sin importar partido político, pero también será difícil que alguien trate de pasarse de listo.
Lo distingue su congruencia y defensa de causas populares
Como político y legislador priista, se distinguió por su actitud autocrítica, por su congruencia e incluso por su defensa de los intereses populares, fiel a su palabra.
El 27 de marzo de 2014 publiqué en Prosa aprisa que once días antes, siendo diputado local, había declarado: “Como legisladores no llegamos al Congreso de Veracruz para vivir del dinero que percibimos. Nuestra gran satisfacción de apoyar a nuestra gente no se puede comparar con el gasto que podamos hacer”.
Apunté entonces que lo decía con la autoridad moral que le daba el hecho de que era el único diputado local y federal veracruzano que donaba íntegramente su salario para apoyar causas sociales, lo que nunca presumió ni anduvo publicitando.
“Ahued apoya a ciudadanos con necesidades sentidas, a estudiantes de escasos recursos con útiles escolares, paga viajes educativos y la compra de medicamentos para personas en pobreza, además de que atiende necesidades de personas de la tercera edad e impulsa a jóvenes para que puedan continuar sus estudios”, apunté entonces.
También recordé que cuando se aprobó aquel polémico paquete fiscal para el año 2010, solo él, de los diputados federales priistas veracruzanos, votó en contra del incremento al IVA, del 15 al 16 por ciento. El resto de sus compañeros, encabezados en ese entonces por Javier Duarte de Ochoa, quienes en sus campañas electorales habían dicho que se opondrían, faltaron a su palabra y a su compromiso con los veracruzanos y votaron a favor.
Como senador de Morena hizo reclamos por altas tarifas eléctricas
Ya siendo senador de Morena, continuó con su discurso crítico, como registré en Prosa aprisa del 22 de julio de 2020.
En ese año y con esa alta representación, no se anduvo por las ramas y señaló que la Comisión Federal de Electricidad (CFE) “tiene oídos sordos” y que es indiferente a la solicitud para que sean reclasificadas las tarifas eléctricas que se aplican en el estado.
En entrevista entonces para xeu Noticias declaró que “es un tema muy difícil”, que la CFE se resiste, pero que “hay una injusticia terrible (contra la) que seguiremos peleando”.
Expuso algo muy cierto: “Veracruz nos ha dado todo, no es justa la diferencia de que en este mismo sexenio le hayan dado borrón y cuenta nueva a Tabasco y en Veracruz ni siquiera se reclasifican (las tarifas)”. Recordó que las temperaturas que se tomaron hace años como base para reclasificarlas ya están obsoletas.
Sin ningún titubeo señaló que “desgraciadamente hay oídos sordos, reclasificar no es que gane menos la comisión, es que paguen menos los ciudadanos”.
Dijo lo que es cierto: “A veces cuando llegan al poder se vuelven sordos y son indiferentes”.
Para no dejar dudas, le preguntaron si es la CFE la que tiene oídos sordos.
“Así es, se la pasan cortando la energía eléctrica, hasta con policías; llegan a cortar la energía eléctrica como si no hubiera personas de la tercera edad en los pueblos o en los lugares donde necesitan energía eléctrica”.
Como alcalde se comprometió ante su familia que no iba a fallar
El 25 de diciembre del año pasado comenté en este espacio cómo en su segundo informe de gobierno municipal había empeñado el nombre de su familia y reiterado que no iba a fallar a los xalapeños.
Ante el gobernador Cuitláhuac García y la entonces candidata Rocío Nahle, expresó que como se lo había prometido a sí mismo, a la ciudadanía y a su familia, entre otros, no iba a fallarles; que no iba a salir del cargo sin haber cumplido. El compromiso lo reiteró ante su esposa Rossana Scala y sus hijos Ricardo, Roberto, Alfredo, así como sus respectivas nueras.
Expresó que saliendo “de aquí”, al terminar su gestión, quería “caminar en la calle sin reclamos, sin, quizá, algunas observaciones”. “Jamás voy a traicionar los principios que me trajeron a la política; no coincido con la corrupción, no coincido con la simulación, no coincido con hacer una cosa y decir otra, no coincido con el abuso”.
Ha sido un gran gestor
Como diputado federal por el distrito de Xalapa, fue un gran gestor. Todos los fines de semana agendaba audiencias con veracruzanos de todo el estado, a quienes atendía en una casa que habilitó en la calle Juárez, en el corazón histórico de la ciudad. Muchas veces lo visité y siempre me sorprendió encontrarme con largas colas de personas que querían hablar con él. A todas las atendía, una a una y todavía hacía espacio para platicar con uno.
Como alcalde continuó con la práctica. Nunca ha dejado de realizar audiencias ciudadanas en donde escucha, atiende y resuelve peticiones de los ciudadanos, e incluso está pendiente de que no se cometan abusos con nadie, como cuando personal del ayuntamiento maltrató a una joven vendedora de pambazos y cuando se enteró la mandó traer, le ofreció disculpas y le compró todo su producto, que repartió entre el personal.
Su nombramiento ya estaba cantado, desde el 22 de julio del año pasado cuando “coincidió” en un café de Boca del Río con Rocío Nahle. El 17 de noviembre del año pasado, en un desayuno con él (estaba acompañado por Oliver Aguilar Yunes, uno de sus más valiosos colaboradores), le hablé entonces de su posible llegada a la Secretaría de Gobierno, por su facilidad de diálogo y su capacidad negociadora. No dijo que sí, pero tampoco que no, él que es muy cuidadoso para no dejar nada a la especulación.
Ya desde inicios de 2023 me había asegurado que Nahle sería la gobernadora, y me explicó por qué. Yo lo dudaba. Tuvo la razón.