Las elecciones ya pasaron, pero la guerra, el encono, el resentimiento, continúa
La que dijo a los cuatro vientos que ningún hombre la mandaba y después de haber reconocido su derrota recibió la orden de Claudio X. González de impugnar la elección, tuvo que regresarse del camino al Senado para seguir en el callejón de los golpes, como en una secundaria de barrio bajo.
Lo mismo sucedió con la elección de la Ciudad de México, donde el líder del cartel inmobiliario dice haber ganado luego de reconocer su derrota, y en algunos estados donde, a pesar de haber una diferencia de más de un millón de votos, quieren impugnar porque sospechan que en tres o cuatro casillas hubo alteraciones.
Las felicitaciones de los jefes de Estado al pueblo de México, incluyendo la del amigo del PAN, Luis Almagro, secretario general de la OEA, muestran que las impugnaciones que realiza la oposición no las levantan contra el presidente, los candidatos, o el partido en el poder, sino contra la voluntad del pueblo expresada mayoritariamente, como nunca antes. Ahora fue la participación del 60 por ciento.
¿A qué se debió el arrepentimiento después de reconocer la derrota?, a que tuvieron conciencia de que la “inversión” en los candidatos perdedores se fue a la basura. Porque no sólo implica el gasto de pancartas y mantas, sino de viajes donde aseguraban que obtenían pruebas de la corrupción de los candidatos de Morena, sin que hubieran podido comprobar nada.
Hubo quien pagó gastos a empresarios en decadencia y de mala fama para que buscara hasta por debajo de las piedras corruptelas, propiedades, dinero en los paraísos fiscales, sin encontrar nada. Todo ese dinero se fue a la basura y quieren recuperar, aunque sea un poco, de ahí la orden de impugnar, por lo menos les servirá para estar un poco más de tiempo frente a los reflectores de los medios.
Los intereses que les movieron a participar en política son los mismos mismo que los mueven ahora para impugnar. La democracia, el partido, los colores, el país es lo de menos.
Así como dejaron su partido para ir con el que veían como ganador y finalmente perdió, como el caso de la exmorenista de Veracruz, Cecilia Guevara, y el presidente municipal de Poza Rica, Fernando Remes, para ir a otro partido se quedaron en el limbo, así hay actitudes de los dueños del dinero que ven cómo se les evaporó lo invertido.
Gastaron miles de millones de pesos en manipulación en redes asegurando que tanto el presidente como la candidata a la presidencia y el partido en el poder tenían relación con el crimen organizado.
Para convencer de todas las mentiras que terminaron por creerlas sus propios creadores, contaron con la asesoría de los autodenominados intelectuales, quienes no tardaron mucho tiempo en doblegarse y descubrir que eran escribanos a sueldo. Carlos Salinas los contrató y heredó a sus sucesores como burócratas inamovibles.
Los opositores impugnan porque terminaron por creer que estaban en empate técnico y esta mentira quieren convertirla en realidad, cuando sólo serán la burla de todos, porque pudiera haber anomalías en algunas casillas, pero ninguna impugnación servirá para revertir los resultados que son históricos. Superaron la votación de López Obrador cuando compitió por la Presidencia, y esa cantidad ya significaba un récord de participación.
Ante la imposibilidad de tener argumentos sólidos para cuestionar el triunfo de Morena, algunos vocingleros se preocuparon mucho por la “devaluación” del peso que fluctuó de 17.03 pesos por dólar a 17.65, es decir, 62 centavos mexicanos, situación que puede calificarse de natural ante la enorme diferencia de votos.
Es decir, se trata de un movimiento natural que hizo ruido no por la victoria de Morena, sino por la aplastante derrota, fue tan fuerte y sin cuestionamientos válidos, que afectó los mercados. Situación que rescatará su ritmo de fortalecimiento en tres o cuatro días, pero ahora es el único pretexto para seguir alarmando a la población. Esos dizque analistas nunca dieron espacio informativo al fortalecimiento del peso que en 2018 estaba en 20.90 pesos.
La misma fantasía que causó su frustración los lleva a impugnar lo que para ellos es inexplicable, cuando era lógico después de pasar seis años sin trabajar, sin proponer, sin hacer otra cosa que insultar y pedir las renuncias de todos y cada uno de los integrantes de la administración pública.
Las elecciones ya pasaron, pero la guerra, el encono, el resentimiento, continúa.
PEGA Y CORRE. -La oposición sigue en su proceso de judicialización de la política y ante las impugnaciones habrá un recuento del casi 60 por ciento de las casillas denunciadas por supuestas alteraciones. El INE volverá a contar junto con la población y darán conjuntamente un veredicto final sin necesidad de tribunales…
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