Existen dos grandes momentos y experiencias en la vida de una persona que
son únicas e indispensables. Manifestarle el amor verdadero a la persona
amada es un momento culmen en la vida. Pero sentirse amado por Dios y los
demás, es lo más sublime que colma toda la existencia y la abre a la libertad y
al amor sublime de Dios. Este amor se nos ofrece siempre en la adoración de
la cruz gloriosa del Señor resucitado que se manifiesta en cada eucaristía. El
camino del amor verdadero es la fe en Cristo.
Esta fe en Jesucristo no tiene como finalidad únicamente creer en él y en su
Padre, sino que además y como consecuencia de ello, que creamos en
nosotros mismos; Dios no puede hacer algún bien con alguien que dice creer
en él, pero no cree en sí mismo y desconfía casi sistemáticamente de que los
demás puedan hacer algún bien. El amor de Dios nos da la posibilidad a todos
de generar el bien común y la paz social. Esta posibilidad se hace concreta en
la vida y cultura democrática.
El Papa Francisco, en su Exhortación Apostólica El gozo del Evangelio, pide y
recomienda, a todos los bautizados y hombres de buena voluntad de nuestra
patria mexicana y de nuestro estado veracruzano, ser responsables para
analizar y elegir aquello que promueva la cultura y vida democrática: “No es
función del Papa ofrecer un análisis detallado y completo sobre la realidad
contemporánea, pero aliento a todas las comunidades a una «siempre vigilante
capacidad de estudiar los signos de los tiempos». Se trata de una
responsabilidad grave, ya que algunas realidades del presente, si no son bien
resueltas, pueden desencadenar procesos de deshumanización difíciles de
revertir más adelante. Es preciso esclarecer aquello que pueda ser un fruto del
Reino y también aquello que atenta contra el proyecto de Dios. Esto implica no
sólo reconocer e interpretar las mociones del buen espíritu y del malo, sino —y
aquí radica lo decisivo— elegir las del buen espíritu y rechazar las del malo”
(Número 51). Dios nos ama y nos pide ser agente de cambio de nuestra
historia. Ser luz y sal de la tierra para hacer presente el Reino de Dios.
Pbro. Juan Beristain de los Santos
Director
Oficina Comunicación Social
Arquidiócesis de Xalapa
Sentirse amado por Dios es lo mejor
Por: Juan Beristaín de los Santos