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Un agente de tránsito ejemplar

Por Miguel Ángel Cristiani G.

 Se jubila luego de 46 años de servir a la ciudadanía

·        Julio Alarcón Célis dejará el puesto en la calle Zaragoza

·        Bajo la lluvia o el sol, siempre estuvo cumpliendo su deber

Este viernes se jubila uno de los personajes de Xalapa, el oficial de Tránsito Julio Alarcón Célis, luego de cumplir 46 años de servicio, en la calle de Zaragoza, en donde estaba todo el tiempo para dar el paso a los peatones que cruzan la calle y detener el tránsito de vehículos.

Todos los que alguna vez cruzamos por la calle, recordamos su trato siempre atento y amable.

Saludaba y luego levantaba la mano para detener el tráfico de vehículos y que pudiéramos cruzar con toda seguridad.

Pero también lo recuerdan con afecto los choferes de camiones urbanos, conductores de taxis y autos particulares.

No importaba las inclemencias de tiempo, lo mismo el candente sol, que el chipi chipi de la lluvia, ahí se encontraba siempre Julio Alarcón Celis.

Como se ubica en la entrada de la cochera del palacio de gobierno, tuvo contacto con los gobernadores y funcionarios que tenían que llegar por el estacionamiento.

Posiblemente, cualquier otro, pudiera haber aprovechado para pedir que le mandaran como delegado de tránsito a alguna población cercana, pero no lo hizo nunca.

Porque además en su manera de trabajar, se notaba el placer de estar sirviendo a la población.

En contraste con otros agentes de tránsito que se dedican a extorsionar a los conductores, motivo por el cual los taxistas acaban de hacer un plantón frente a las oficinas de la Dirección de Tránsito del estado, Julio Alarcón Célis es un ejemplo de servidor público, que debería de ser reconocido y premiado por las autoridades.

Hasta este viernes, como lo ha venido haciendo desde hace ya 46 años, estuvo todavía dando el paso a los peatones y vehículos que transitan por la calle Zaragoza.

A partir del próximo lunes, cuando vayamos a pasar por el túnel del parque Juárez al salir a la calle Zaragoza, vamos a extrañar a nuestro amigo el amable agente de tránsito.