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Enero 2024 ¿un mal presagio?

Por Alfredo Bielma Villanueva

Hoy concluye el primer mes de 2024, su saldo no abona al optimismo en el último año de la administración presidida por Andrés Manuel López Obrador cuando, ya a punto de cerrar la ventanilla, aun reverberan en la conciencia nacional las expectativas creadas por el triunfo electoral en 2018 de un candidato que ofreció terminar con la violencia y la corrupción apenas tomara las riendas del poder, pero seis años después la gran esperanza se ha convertido en profunda desilusión porque ambas lacras sociales no perdieron un solo gramo de vigencia, y sí, por el contrario, cobraron singular relevancia en la administración pública y en la escena nacional. Como ocurre siempre en el ocaso de un gobierno las exigencias ciudadanas no resueltas se convierten en punzantes críticas, que en el caso mexicano están adobadas por un año electoral durante el cual suelen tenderse al sol muchos trapos sucios. Un final del sexenio gubernativo viene acompañado con un decrecimiento del poder presidencial, aunque en el caso de López Obrador prevalecen matices derivados del enorme poder que ha llegado a concentrar en demérito de instituciones creadas para equilibrar la interlocución entre los Poderes de la Unión. Además esta sucesión presidencial esta condimentada con otro ingrediente: la imperiosa necesidad del actual gobierno por consolidar su proyecto continuista, y para ese propósito requiere un triunfo de carro completo en junio próximo. ¿Logrará AMLO-Morena ese cometido?

Ya solo faltan cuatro meses para conocer el pensamiento y el sentimiento de la opinión ciudadana trasladado a las urnas el dos de junio, entonces vamos a comprobar hasta qué grado la ciudadanía mexicana ha evaluado a conciencia los resultados del actual gobierno. Será digno para un estudio de caso conocer hasta donde pueden influir en el ánimo del electorado la violencia que se ha adueñado de vasto territorio nacional imponiéndose con sangrientas masacres casi cotidianas con miles de muertos acumulados sin que haya efectiva respuesta del gobierno, si la opinión pública tiene conciencia plena de la pésima conducción del sector salud en el combate a la pandemia de Covid-19 con resultado catastrófico de más de 700 mil víctimas, amplios sectores de la población han sufrido el inclemente desabasto de medicinas, y qué decir de los diversos grupos de ciudadanos exigiendo atención a sus respectivas demandas categorizados como títeres de intereses oposicionistas, etc. Por supuesto, no es poco numeroso el sector de quienes atribuyen grandes bondades al funcionamiento del Tren Maya, de la refinería de Dos Bocas y del AIFA, también de adultos mayores beneficiarios de los programas sociales, los becarios, los de la nómina de Servidores de la Nación y de Sembrando Vida. En esa mescolanza de intereses, de filias y de fobias se encuentra la incógnita del resultado electoral de junio próximo. Por supuesto, sin dejar a un lado el fuerte influjo de los sectores del poder fáctico: empresarios, medios de comunicación, Iglesia, los EEUU, cuya influencia ya se empieza a notar y ejercerán mayor presión con el paso de los días.