En su despedida del fútbol profesional, Miguel Layún se retira de la manera que todo jugador desearía: como campeón en el Estadio Azteca con el Club América. A menudo, los futbolistas afirman ser aficionados de los clubes en los que juegan, una declaración que a veces se percibe como una táctica populista para ganarse a la audiencia. Sin embargo, en el caso de Layún, esta afirmación se respalda con evidencia visual de su apoyo al América desde antes de su carrera profesional, demostrando ser un presagio cumplido. A los 35 años, Layún cierra un capítulo repleto de experiencias.
Aunque no ostentaba el brazalete de capitán en términos formales (un papel que recae en Henry Martín), Layún era el líder moral del equipo. A pesar de las críticas constantes a lo largo de su carrera, supo culminarla de manera impecable. Este título de la Liga MX con el América marca su tercer campeonato personal con el club. A lo largo del tiempo, Layún experimentó una evolución notable: desde ser el primer jugador mexicano afectado por las redes sociales hasta convertirse en un referente histórico de Las Águilas. Gradualmente, Layún vinculó su nombre al legado exitoso del América.
Un momento clave en su carrera fue cuando cobró el penal decisivo en la final del Clausura 2013 contra Cruz Azul, revirtiendo la mala fortuna asociada a su nombre en ese entonces. Esa noche, Layún cambió el rumbo de su propia narrativa y contribuyó a la victoria del América. Desde entonces, se consolidó como capitán del equipo y levantó el título número doce. A lo largo de su carrera, Layún vivió una aventura europea destacada en Inglaterra, Portugal y España, seguida de su regreso a los Rayados de Monterrey, donde ganó un título a expensas del América en el Apertura 2019 y la Concachampions del mismo año.
A pesar de que la separación era inevitable, Layún anhelaba regresar a casa, lo cual logró en 2021 para cerrar su ciclo. Aunque Layún fue canterano del Veracruz y tuvo una primera experiencia europea con el Atalanta (convirtiéndose en el primer mexicano en jugar en la Serie A), su reconocimiento y popularidad se consolidaron en Las Águilas. Superó la etiqueta de jugador torpe construyendo su prestigio a base de esfuerzo y tenacidad, cualidades que suplieron las carencias técnicas evidentes.
La imagen de Layún antes del partido contra Tigres reflejaba la melancolía previa al retiro, ese limbo entre ser futbolista y exfutbolista. Decir adiós al fútbol, al césped profesional, al vestuario y a la competencia, fue amargo. Layún se acostumbró a la emoción de disputar finales y ganarlas, y esta vez, en su despedida, demostró su mejor versión durante la Liguilla, recordando al Layún total. En este último torneo, decidió sintetizar lo mejor de su carrera, mostrando sus facetas más destacadas. La afición, que en algún momento perdió la paciencia con él, olvidó las críticas y celebró al Layún campeón. Su regreso fue triunfal, y su despedida como campeón legendario quedará en la memoria del americanismo.