Si en una consulta médica te dicen que tienes grasa en el hígado u otra afectación, podrías estarte preguntando ¿qué tanto afecta esto a tu salud en general?
“El hígado es uno de los órganos más importantes del cuerpo”, expresa el Dr. David Victor, especialista en hígado del Hospital Houston Methodist. “Es el centro de reciclaje donde se eliminan los desechos creados durante el funcionamiento diario de tu organismo; también realiza otras tareas elementales”.
El hígado ayuda a desintoxicar el cuerpo al descomponer los medicamentos y sustancias nocivas. Produce la bilis que ayuda a la digestión; este órgano es donde se crean, procesan y almacenan muchos nutrimentos que necesitamos. No es de extrañarse que nuestro hígado debe estar en condiciones óptimas, para realizar todas estas tareas.
“Cuanto antes se identifique y aborde un problema con el hígado, mejor”, añade el Dr. Victor. “La salud de este órgano es algo que debemos vigilar porque, a diferencia de un esguince de tobillo, el hígado no duele cuando está afectado”.
¿Qué es la enfermedad hepática?
El verdadero alcance de la enfermedad hepática puede ser algo complejo de definir, pero, en última instancia, es cuando el hígado resulta dañado por diferentes razones.
“Comienza con la inflamación”, dice el Dr. Victor. “Con el tiempo, esto puede progresar a fibrosis y, en última instancia, cirrosis, que es un daño hepático permanente”.
Parte de este daño, inflamación y fibrosis, es reversible.
“El hígado es el único órgano que puede volver a crecer”, explica el Dr. Víctor. “Entonces, si aún no hay ningún daño permanente, el hígado puede curarse a sí mismo y volver a un estado normal, siempre y cuando se aborde la causa del daño”.
La cirrosis, por otro lado, es el desarrollo de una cicatrización irreversible en el hígado e impide que el órgano funcione como debería. Cuanto más daño, menos efectivo se vuelve el hígado para realizar sus tareas clave.
“Si se permite que la enfermedad progrese, el hígado puede comenzar a fallar”, dice el Dr. Victor. “En este punto, se necesita un trasplante de hígado o el paciente morirá”.
¿Qué causa la enfermedad hepática?
¿Qué causa la inflamación y daño del hígado en primer lugar?
Las causas pueden ser varias:
• Infección por hepatitis B o C
• Ciertas enfermedades autoinmunes, incluyendo hepatitis autoinmune y colangitis biliar primaria
• Condiciones metabólicas hereditarias que conducen a la sobrecarga de hierro o acumulación de cobre
• Hígado graso, que anteriormente se conocía como enfermedad del hígado graso no alcohólico (NAFLD), pero ahora se llama enfermedad hepática esteatosis asociada a la disfunción metabólica (MASLD), que llamaremos simplemente “hígado graso” para simplificar.
• Abuso de alcohol a largo plazo
“Las infecciones por hepatitis viral pueden volverse crónicas sin que una persona lo sepa, por ello la detección temprana es elemental”, dice el Dr. Victor. “Otras causas de enfermedad hepática, como las enfermedades autoinmunes y los problemas metabólicos, son bastante raras, pero también pueden ocurrir sin que una persona lo sepa”.
La más común de estas causas es el hígado graso asociado a la disfunción metabólica (MASLD por sus siglas en inglés).
“Se estima que hasta uno de cada dos adultos puede cumplir con los criterios para MASLD, que significa tener más del 5% de grasa en el hígado”, agrega el Dr. Victor. “Sin embargo, la mayoría de estas personas no desarrollarán enfermedad hepática”.
En todo caso, es crucial identificar la inflamación hepática y tratar el problema antes de que conduzca a un daño permanente.
¿Cuáles son los primeros signos de enfermedad hepática?
“La enfermedad hepática no causa síntomas físicos hasta que el daño se ha vuelto grave”, advierte el Dr. Victor. “Pero cuando existen síntomas, a menudo se trata de un daño ya irreversible y precisamente esto es lo que estamos tratando de prevenir”.
Los síntomas avanzados de la enfermedad hepática incluyen:
• Ictericia (coloración amarillenta de la piel y los ojos)
• Hinchazón abdominal
• Moretones fáciles y severos
• Hinchazón en las piernas y los tobillos
“Entonces, la clave es realmente el diagnóstico temprano; encontrar un problema antes de que surjan dichos síntomas”, enfatiza el Dr. Victor. “Y podemos hacerlo monitoreando la función hepática y evaluando la hepatitis viral”.
Aunque no es un signo de enfermedad hepática en sí, el hígado graso puede aumentar la posibilidad de desarrollar daño crónico. Para prevenirlo, es útil conocer tu riesgo para este problema común.
Las siguientes condiciones de salud aumentan el riesgo de enfermedad del hígado graso asociada metabólicamente:
• Diabetes tipo 2
• Obesidad
• Colesterol alto
• Síndrome metabólico
• Síndrome de ovario poliquístico (SOP)
“De las personas con hígado graso, solo un pequeño porcentaje termina con daño hepático real”, detalla el Dr. Víctor. “Es por eso que si tienes factores de riesgo, debes hablar con tu médico para evaluar si es necesario realizarte análisis de sangre de rutina”.
¿Cómo se diagnostica la enfermedad hepática?
Según el experto del Hospital Houston Methodist, el objetivo es detectar el problema del hígado antes de su progreso hacia una enfermedad hepática.
“Podemos hacer esto a través de pruebas de función hepática, que son parte del panel metabólico completo rutinario anual de una persona”, explica el Dr. Victor. “A través de análisis de sangre, tu médico de atención primaria puede evaluar los niveles de enzimas hepáticas y proteínas, como ALT (alanina aminotransferasa), AST (aspartato aminotransferasa), bilirrubina y fosfatasa alcalina”.
Si estas pruebas de función hepática son normales, generalmente significa que el hígado está sano.
“Sin embargo, las escalas de estas pruebas han cambiado”, advierte el Dr. Victor. “Las personas a las que se les ha dicho que su función hepática parece normal en el pasado deben mirar un poco más de cerca, en particular en sus niveles de ALT”.
Una ALT normal es de alrededor de 20 para las mujeres y entre 30 y 40 para los hombres; valores más altos son un signo de inflamación en el hígado.
El que un médico evalúe estos valores, es parte del chequeo anual preventivo de una persona. Siempre es necesario buscar dicha atención para controlar la salud de tu hígado. Esto es especialmente importante si tienes factores de riesgo para la enfermedad del hígado graso. Y si te han diagnosticado la enfermedad, tu médico podría hacer pruebas adicionales para evaluar el hígado.
“Ha habido un llamado de la Asociación Americana de Gastroenterología para que las personas con enfermedad metabólica asociada al hígado graso se sometan a pruebas de detección de enfermedad hepática avanzada, a través de un análisis de sangre FIB-4”, dice el Dr. Victor. “Si estás preocupado o te han dicho que tienes hígado graso y enzimas hepáticas elevadas, esta prueba puede determinar si estás en riesgo de fibrosis o cirrosis”.
Si los análisis de sangre indican daño hepático, se utilizan tipos especiales de ultrasonidos o imágenes por resonancia magnética (IRM) para confirmar la salud del hígado y determinar la gravedad. En casos complicados o avanzados, se puede requerir una biopsia hepática.
¿Cómo se trata la enfermedad hepática?
El primer paso del tratamiento de la enfermedad hepática es identificar y corregir su causa.
“La hepatitis viral puede ser una infección crónica que afecta el hígado sin que la persona lo sepa, por lo que el objetivo es que las personas se hagan pruebas de detección de hepatitis B y C, y ser tratado en caso de diagnóstico positivo”, aconseja el Dr. Victor.
En los Estados Unidos, los adultos menores de 40 años habrán recibido la vacuna contra la hepatitis B como parte del programa de vacunación infantil rutinario. Por lo tanto, están protegidos. La mayoría de los adultos mayores no están vacunados contra la hepatitis B, por lo que deberán hacerse la prueba de detección al menos una vez en su vida. La vacuna contra la hepatitis B no se recomienda para todos los adultos, pero tu médico puede evaluar si eres candidato.
El estándar de prevención actual ahora recomienda la detección de la hepatitis C para todos los adultos.
“Las personas no han sido examinadas para detectar hepatitis C, sino hasta hace poco”, dice el Dr. Victor. “Tenemos una terapia efectiva para ello, por lo que el mensaje es hacerse la prueba de detección para poder recibir tratamiento en caso de diagnóstico positivo”.
Si no tienes claro si te han hecho pruebas de detección de hepatitis B o C, pregúntale a tu médico.
El tratamiento de la enfermedad del hígado graso, la causa más común de enfermedad hepática se basa en los cambios en el estilo de vida.
“No hay medicamentos aprobados por la FDA para el hígado graso asociado a disfunción metabólica, pero la pérdida de peso y una dieta saludable son cruciales”, enfatiza el Dr. Victor. “De hecho, perder entre el 10 y el 20% del peso corporal puede eliminar la grasa del hígado y curar la enfermedad por hígado graso”.
Adoptar una dieta saludable podría verse como reducir el azúcar, limitar o evitar el alcohol, y mejor comer muchos alimentos enteros y frescos.
Si la enfermedad hepática está avanzada y hay cirrosis, deberá ser monitoreada cuidadosamente por tu médico o manejada por un especialista en hígado, que pueda proporcionar tratamientos para prevenir el avance de los síntomas.
¿Qué sucede si la enfermedad hepática crónica no se trata?
“Una vez que una persona tiene cirrosis, no es reversible, pero la enfermedad en sí sigue siendo manejable, siempre y cuando se controle la inflamación del hígado”, dice el Dr. Victor. “Si no hay control, el daño continuo puede llevar a que el hígado se vuelva incapaz de realizar las actividades necesarias para que el cuerpo funcione de manera óptima”.
Las complicaciones de la enfermedad hepática no solo afectan el hígado. Pueden afectar el abdomen, los pulmones, el cerebro, el corazón, Etc. Y, si se produce insuficiencia hepática, puede llevar a la muerte a menos que se produzca un trasplante de hígado.
“La salud del hígado es algo que todos deben tener en cuenta”, concluye el Dr. Victor. “Monitorearlo implica buscar atención regular de tu médico de atención primaria y abordar las condiciones que puedan surgir. Idealmente, evitamos que ocurra la enfermedad hepática en primer lugar”.