Columnistas

Lecturas de la elección de Rocío Nahle

Por Alfredo Bielma Villanueva

“El PRI es el único partido político capaz de ganarle elecciones al pueblo”, decía famoso estribillo que con toda jiribilla se repetía entre la clase política opositora durante los años dorados de la presidencia imperial en nuestro país. Por efectos de la evolución política del pueblo mexicano aquella circunstancia dio el gran viraje ocasionando en el 2000 la primera alternancia a la presidencia de la república. Obviamente, no fue un proceso derivado de la generación espontánea sino producto de la creciente madurez ciudadana con la insistencia de partidos opositores cuyas estrategias rindieron apetecibles frutos. Los rasgos del cambio comenzaron a notarse subrayadamente a partir de la elección de 1988, de manera acentuada en la década finisecular cuando Grupos organizados de la sociedad civil coordinaron sus esfuerzos aprovechando la apertura del gobierno de Salinas de Gortari como válvula de escape a la creciente presión opositora. Fueron señales de ese cambio: la derrota priista en Baja California cuando en 1989 perdió la gubernatura de esa entidad, y el reconocimiento de derrotas electorales en importantes capitales de estado, en San Luis Potosí, en Chihuahua, Ciudad Juárez, Mérida, Torreón, etc. Luego el PRI perdió en Zacatecas, Tlaxcala, Michoacán, Guanajuato, etc. Aquella hiriente frase antidemocrática de “ganarle elecciones al pueblo” perdió vigencia y la presencia del IFE-INE como organizador de las elecciones aportó la garantía del respeto al voto.

Pero hete aquí que la historia insiste en recordarnos que en materia de poder político nada está escrito en tanto la condición humana permanezca en el eje del protagonismo, esto último ocasiona lo de que la historia se repita porque “está cansada de crear”. Ahora mismo lo podemos comprobar en el desarrollo del proceso implementado por Morena para definir candidaturas a gubernaturas y Jefatura de Gobierno, pues la divisa fundamental postulaba que “el pueblo decidiría”, lo cual difiere de la realidad porque para acatar lo dispuesto por el INE en Morena se hizo a un lado la voluntad de quienes votaron mayoritariamente por un candidato en CDMX, Veracruz y Chiapas, para darle paso a quien quedó en segundo lugar, ¿ganó el “pueblo”? Porque en Veracruz Manuel Huerta superó a Roció Nahle en las diferentes versiones de la consulta, sin embargo no será el candidato al gobierno por un subterfugio ad hoc, “democrático”, revestido de “paridad de género”. Por supuesto, cada partido tiene la libertad de organizar sus procedimientos como mejor le convenga, así le resultó a Morena y ya superó el trance. Como dice vox populi: “tú haces como que me engañas y yo como que te creo”. En todo caso, de ese proceso electivo es posible rescatar algunas lecturas: si bien la candidatura de Rocío Nahle no es una sorpresa, lo destacable consiste en la ventaja de Huerta, quien la superó 3,5% más en la pregunta sobre quién sería mejor candidato, y otro 3% declaró a Huerta más elegible; ¿cómo es posible que una ex diputada federal, senadora con licencia y ex secretaria de Despacho no supere una consulta de conocimiento? Pero, nada para extrañarse, porque el resultado es explicable considerando que Manuel Huerta ha estado al frente de la implementación de los Programas Sociales del gobierno federal durante cinco años, circunstancia que nos permite deducir la operatividad de los Servidores de la Nación, que en estricto sentido de política electoral ahora también estarán al servicio de la señora Nahle. En resumen: la candidata es Rocío Nahle, Manuel Huerta será candidato al senado porque superó con creces a Eric Cisneros, a quien la población afrodescendiente no lo apuntaló, lo cual demuestra lo erróneo de su estrategia al fincar sobre una entelequia su promoción electoral, y por ende cinco años no le bastaron para cimentar su imagen política. Aún más, también habrá comprobado el señor Cisneros que los alcaldes bajo su férula tienen la fuerza política equivalente a un refresco de Peñafiel destapado hace quince días. Pero ¿y dónde quedó “la estructura del gobierno estatal” en respaldo a Rocío Nahle?  La respuesta debiera inquietar a más de uno en Morena.