Hoy tenemos tres tipos de crisis que todos debemos resolver con carácter de
urgente: La crisis de credibilidad, la crisis de confianza y la crisis de esperanza. Estas tres problemáticas que vivimos son palpables en algunas áreas de nuestra vida cotidiana. Es decir, no necesitamos tantas explicaciones para entenderlas. Hoy, con mucha facilidad, se dice una cosa y se hace otra. Se nos informa una cosa y más tarde nos damos cuenta de otra cosa. Se hacen promesas que, con el paso del tiempo, son irrealizables.
Ante tal situación, debemos llenarnos de esperanza e inteligencia con el propósito de buscar el camino correcto, para corregir lo que todavía tiene arreglo. No podemos desanimarnos ante el contexto tan difícil en que vivimos. No debemos acostumbrarnos a vivir con lo mínimo. Tenemos derecho a vivir con lo necesario para llevar una existencia digna del ser humano. Siempre habrá algo mejor a lo que debemos aspirar juntos.
La esperanza cristiana nos da la confianza de suplicar la ayuda de Dios, pues Él nos ofrece su sabiduría, para encontrar soluciones reales a toda la problemática que vivimos en la sociedad actual. Benedicto XVI, Papa de feliz memoria, nos dejó una clara orientación para vivir la esperanza ante todos las problemas que debemos enfrentar y superar: “La esperanza se relaciona prácticamente con la virtud de la paciencia, que no desfallece ni siquiera ante el fracaso aparente, y con la humildad, que reconoce el misterio de Dios y se fía de él incluso en la oscuridad. La fe nos muestra a Dios que nos ha dado a su Hijo y así suscita en nosotros la firme certeza de que realmente es verdad que Dios es amor. De este modo se transforma nuestra impaciencia y nuestras dudas en la esperanza segura de que el mundo está en manos de Dios”. Mientras haya vida, seguirá alumbrando la esperanza para lograr un desarrollado integral de todos y para todos.
Pbro. Juan Beristain de los Santos
Director
Oficina Comunicación Social
Arquidiócesis de Xalapa