Columnistas

México, desde la alborada del siglo XX al amanecer del siglo XXI

Por Alfredo Bielma Villanueva

Si por alguna razón, en el año 2000 apenas iniciando el siglo hubiéramos acudido a los servicios de una pitonisa para inquirirle sobre el futuro inmediato del país, seguramente nos mostraríamos sorprendidos y hasta horrorizados si en su pronóstico nos hubiera diseñado lo que ahora está ocurriendo: al tope en violencia delincuencial, Cárteles del crimen organizado adueñados de buena parte del territorio nacional, acentuada desigualdad social, pobreza extrema, descontrolados servicios de salud a población sin seguridad social, tres alternancias en la presidencia, polarización política, etc. Quizás también haya sido similar la interrogante planteada por quienes en los años veinte del siglo XX mexicano, asombrados, observaban los acontecimientos en el país, pues desde el amanecer de ese siglo aparecieron los signos de inestabilidad política y social que desembocarían en la Revolución Mexicana, y ya para 1923 habían sido asesinados en México dos presidentes de la república, Madero (1913+) y Carranza (1920+), estando en funciones, y líderes revolucionarios como Zapata (1919+) y Villa (1923+) tuvieron el mismo final; además gran número de generales protagonistas de la Revolución habían fallecido coincidentemente después de opíparas comelitonas. La diferencia entre ambas narrativas radica en que en el aquel ayer hubo una Revolución Social asociada a un movimiento armado, y ahora todo se asemeja a una involución, porque en la alborada del siglo XX los crímenes derivaron de discrepancias políticas y la lucha por el poder, mientras que ahora las víctimas las aporta la sociedad civil, y los victimarios son de la delincuencia organizada.

Aunque a muchos no agrade, pero es histórico, la diferencia entre ambas circunstancias es notable, porque en el siglo pasado la guerra entre políticos concluyó cuando Calles convocó a iniciar una nueva etapa para “hacer un país de instituciones y no de hombres fuertes”, justo cuando nació el Partido Nacional Revolucionario (1929), abuelo del PRI, ahora tan denostado. Desde entonces empezaron a crearse las instituciones que sirvieron de columna vertebral al desarrollo social, político y económico de México. El IMSS, el ISSTE, la CFE, Pemex, los Ferrocarriles, Banco de México, IFE, IVAI, los grandes Institutos Nacionales de la Salud: Cardiología, Infantil, Neurología, Cancerología, Nutrición, Pediatría, etc. El país vivió en relativa calma, los dirigentes políticos lograban mantener el equilibrio y atender los brotes de descontento en los movimientos magisterial, ferrocarrilero, médico, estudiantil, etc. Y en medio de ese turbulento escenario estuvo el PRI como instrumento electoral (no como gobierno) para conservar el equilibrio entre las fuerzas políticas y permitir sucesiones de gobierno sin turbulencias. Esa es la Verdad Histórica, lo contrario radica en ver los hechos a conveniencia.