Prosa aprisa
El sábado, Eric Cisneros se proclamó ganador de la encuesta que decidirá quién será el candidato de Morena a la gubernatura.
El domingo volvió a la carga: publicó en las redes sociales que “la decisión de la gente” lo llevó al triunfo “en la contienda interna de mi partido”.
No solo eso. Ayer lunes envió a un representante de representantes de 12 regiones afromexicanas a darle su “respaldo” como ganador.
Esto último, un presunto espontáneo que sale a aplaudir, es un muy viejo ardid que ya nadie cree. Es alguien que obedece a intereses de quien lo envía, a cambio de algo.
Pero también ayer, ahora fue Manuel Huerta quien salió a decir que tiene “la tranquilidad, la serenidad, porque conocemos el pulso social. Tenemos indicios de que somos triunfadores” de la encuesta.
Sin citar a Cisneros, declaró que “hay algunos que andan muy acelerados. Ya se declaran ganadores. Andan pagando encuestas que no son legales, con recursos de dudosa procedencia”.
Pero, por otro lado, dijo que “luego están los sumisos, los que quieren que en estos días ocurra el milagro y que volteen los resultados”.
En declaraciones a Carlos Zúñiga, de Milenio, alertó que está en riesgo la unidad en Morena y que “el riesgo se acrecienta por las suspicacias de que el pueblo no nos vea con la credibilidad que nos merecemos”.
El exdelegado de Bienestar no lo dice ni creo que lo dirá nunca en forma abierta por su lealtad a Andrés Manuel, pero, según allegados a su círculo, no tiene dudas que ganó la encuesta pero que no se lo reconocerán y en cambio manipularán el resultado para hacer aparecer como que fue Nahle la vencedora.
Como quiera que sea, dos de los contendientes coinciden en que ganaron y por lo tanto coinciden en que la zacatecana no ganó.
Me atrevo a pensar que, en efecto, ambos ganaron, Eric con mayor porcentaje, pero Manuel en el resto de preguntas que se hicieron, las cualitativas, las que calificaban a la persona.
Lo que me llama la atención es que los otros aspirantes, en realidad meras marionetas al servicio de Nahle, Zenyazen Escobar y Claudia Tello, guardan silencio sobre el resultado y no reclaman el triunfo para ellos.
Pero la propia Rocío tampoco, y aun cuando se supone que la campaña interna concluyó el domingo porque el lunes darían a conocer el resultado, anuncio que finalmente pospusieron, ayer siguió con su labor de intento proselitista.
En este escenario, si finalmente el viernes 10 de noviembre proclaman a la exsecretaria de Energía como candidata, entonces obtendría y llegaría a la posición, pero deslegitimada.
O sea, su triunfo carecería de la validez, de la legitimidad que da la mayoría, pues la posición no sería resultado de la voluntad popular mayoritaria sino de una imposición presidencial, de un dedazo, de un capricho.
En un estado tan grande como Veracruz, con 212 municipios y 19,500 localidades rurales y 345 urbanas (INEGI), la señora realizó una campaña interna de solo 10 días, sí, diez, que en su mayor parte la enfocó a cabeceras municipales o distritales.
Con la excepción de Tatahuicapan, en la sierra de Soteapan, no se adentró en las sierras de Zongolica, de Huayacocotla, de Otontepec, del Totonacapan, por citar algunas, ni en cinturones de miseria de las grandes ciudades, ni en colonias con muchas carencias.
Ella está igual que Javier Duarte, quien ni como candidato ni como gobernador visitó ni siquiera la mitad de los municipios del estado, se concentró en Veracruz y Boca del Río la mayor parte y por lo tanto nunca conoció la realidad del estado.
Casos contrarios de dos gobernadores cercanos a sus representados, verdaderos veracruzanólogos, que conocían hasta la más recóndita brecha del territorio estatal, Dante Delgado y Fidel Herrera, quienes por lo mismo tuvieron la sensibilidad para entender y atender a los veracruzanos de todas las regiones, muy diferentes unas de otras.
Sus actos en los diez días de campaña fueron medianamente concurridos, pero porque el aparato del gobierno del estado le llevó acarreados o presionó a organizaciones a que se sumaran, algo parecido a lo que en el siglo pasado los priistas llamaron “democracia dirigida”, en la que lo que menos contaba era la voluntad popular.
Sin duda, quien más recorrió el estado, todos los municipios, las cabeceras municipales y distritales, pero también prácticamente las casi 20 mil comunidades por el trabajo propio que desempañaba llevando los apoyos sociales del programa Bienestar, fue Manuel Huerta.
Pero también anduvieron en “territorio” Eric Cisneros, Sergio Gutiérrez Luna y el mismo Zenyazen Escobar, unos más que otros, pero hicieron presencia ante veracruzanos a los que quieren representar, esto es, no estuvieron atenidos a que el gobierno les llenara sus actos con acarreados, que los vieran de “lejitos”, sin el contacto personal que no identifica y por lo mismo no despierta ninguna emoción que provoque empatía.
Si en Morena retrasaron el anuncio de quién resultó ganador, entonces es porque no van a reconocer a quien verdaderamente triunfó, que hubiera sido lo más fácil hacerlo saber tanto a la militancia como a la opinión pública en general.
Han querido ganar tiempo para tratar de acomodar las cosas a la forma y el tamaño del capricho presidencial, en el caso de Veracruz para presentar como candidata a Rocío Nahle, quien sin duda no goza de la simpatía de la mayoría de los veracruzanos.
Pero finalmente el partido guinda está a punto de dar por concluido su proceso interno, “haiga sido como haiga sido”, y ya habremos de ver si se mantiene la unidad o si los descontentos y decepcionados se brincan de barco.
Ahora viene el turno para la oposición
En este espacio he comentado que tiempo atrás escuché a militantes de la oposición decir que lo mejor para ellos sería que el presidente impusiera a Nahle como candidata.
Su razonamiento era que por su origen zacatecano, su desconocimiento de Veracruz y de los veracruzanos, esto es, de su realidad y de la idiosincrasia de los nativos del estado, la podrían exhibir fácilmente.
Basaban su optimismo en que conocen a los veracruzanos de sobra y saben que no van a aceptar que los gobierne una persona que no es veracruzana.
Pero también tomaban en cuenta otro elemento: la refinería inconclusa de Dos Bocas, el alto costo al más del doble del monto original y los presuntos casos de corrupción como haber entregado contratos por 5 mil millones de pesos en forma irregular.
Con algo más: la carga negativa de sus patrocinadores, es decir, del gobierno de Cuitláhuac García Jiménez y que ella representa más de lo mismo.
Pues ya están a punto de ver cumplido su deseo con el ingrediente de que quedará mucha inconformidad en la militancia morenista por la imposición de la señora.
El plato ya prácticamente está servido, y ya se verá si era el bocado apetitoso que querían, pero, además, si saben cómo comérselo.
Ya mañana entramos a noviembre cuando empezará oficialmente el proceso electoral para el plano estatal-local y el tiempo corre a gran velocidad.
Veremos si la oposición es capaz de darnos la sorpresa de anunciar que acordaron la creación del Frente Amplio por Veracruz y, lo más importante, que acordaron el candidato de unidad, competitivo, además.