Columnistas

El Orfis y la Cuenta Pública 2022

Por Alfredo Bielma Villanueva

Al finalizar el gobierno de José López Portillo el clamor generalizado se sintetizaba en el desengaño a causa de un gobierno cuya conclusión dejaba amargos sinsabores debido a las manifiestas muestras de corrupción de no pocos de sus integrantes; ya eran un escándalo las gráficas que mostraban al majestuoso “Partenón” construido por el afamado “Negro Durazo” para convertirlo en su cómoda vivienda. No quedaba atrás “la Colina del Perro”, como se calificaba a la mansión construida para el expresidente que no había sabido defender al peso “como un perro”, tal cual ofreció con lágrimas en los ojos en “la tribuna más alta de la nación”. Ese dramático epilogo político sirvió para que Miguel de la Madrid, el sucesor, fincara el lema de su campaña en la consigna de “la Renovación Moral de la Sociedad”, pero durante su mandato las iterativas crisis económicas, combinadas con desaforada inflación lo mantuvieron ocupado dejando aquella esperanza en calidad de nonata. En Veracruz gobernaba don Agustín Acosta Lagunes con estilo austero y mucho sentido administrativo, justamente en su gobierno se creó la Contraloría para registrar la aplicación del gasto público y la evaluación del cumplimiento de los programas de gobierno. La burocracia engordaba a pasos acelerados sin tener correspondencia con una efectiva mengua de la corrupción.

En la década de los años 70 del siglo pasado la Cámara local de diputados la integraba 16 legisladores y su rango burocrático no rebasaba de 50 empleados, asignados a dos únicas secciones: la Oficialía Mayor y al Departamento de Glosa, este último disponía de 10 «glosadores» para revisar las cuentas de los 203 municipios que entonces formaban su división política, la Comisión de Hacienda Municipal hacía las funciones de la ahora Comisión de Vigilancia; los diputados no cobraban viáticos ni tenían asignado personal, los gastos de las visitas a sus respectivos Distritos corrían por su cuenta, aunque en no pocos casos las tesorerías municipales de sus cabeceras los cubrían. Cuando se requería revisar las cuentas municipales que provocaban escándalo se acudía a la Dirección de Gobernación para que comisionara a Don Eucario Huerta a realizar el arqueo correspondiente. Ciertamente, el control sobre el gasto municipal era deficiente y no pocos ediles aumentaban el volumen de su patrimonio familiar. El pensamiento lógico tendría que deducir que ahora la corrupción en los ayuntamientos ha vista mermada su producción, porque la legislatura se compone de 50 diputados, auxiliados por “asesores” con suculentas retribuciones, porque el Congreso local mantiene una nómina de casi 800 empleados y, además, ya se cuenta con un Órgano de Fiscalización Superior para auditar la Cuenta Pública Municipal, y en cada municipio funciona una Contraloría. Sin duda la inferencia debiera conducir hacia una efectiva lucha para demoler la corrupción. Pero la realidad es terca, tanto como la tentación de quienes de pronto se encuentran con dinero a su disposición y no resisten el prurito de darle un pellizco al erario.

El Orfis ha presentado a la Comisión de Vigilancia del Congreso local el resultado de su auditoría a la Cuenta Pública Municipal, incluye entes auditables del orden estatal, encontró un “presunto” daño patrimonial por mil 503 millones 890 mil 803 pesos, de esta cantidad mil 305 millones 890 mil pesos corresponden a observaciones al orden municipal y solo 161 millones 952 mil pesos se atribuyen de quebranto financiero en dos dependencias estatales. Como la burra que no era arisca, el legislador del PRI, Marlón Ramírez, y los dirigentes estatales del PAN y del PRD expusieron sus respectivos cuestionamientos a ese respecto porque induce a presumir una muy correcta aplicación del recurso público en el nivel de gobierno estatal, o sea, una tendencia a acentuar que la corrupción en Veracruz ya va de salida. Ojalá así fuera, pero sí la burra era arisca, sería por alguna razón. En abono del Orfis debe reconocerse que su actual titular, Delia González, ha logrado apartarse de sospechas alusivas a su conducción, en acentuado contraste con casi todos sus antecesores a quienes se endilgaban negocios bastante rentables vinculados al desempeño de su encargo. El tiempo develará si esto último se corresponde con la realidad o la apreciación es errónea.