¿Quién es Erik Cisneros? Ahora sabemos que es ingeniero agrónomo y actualmente se desempeña como Secretario de Gobierno en el gabinete de Cuitláhuac García, en Veracruz nunca antes de 2018 se sabía de su existencia, pero por el cargo que ahora desempeña conocemos su lugar de nacimiento ubicado en la Cuenca del Papaloapan, que es afrodescendiente y supuestamente aspiraba a la candidatura de Morena al gobierno de Veracruz, un derecho constitucionalmente otorgado a todo veracruzano. Poco se sabía de su vocación para trascender en libros, cuatro dice que ha escrito, y al parecer el tema central de los mismos refiere a la población afrodescendiente en la entidad. Sobre este asunto ha construido el señor Cisneros toda una trama con el supuesto de que en la entidad existe una “negritud” en movimiento, individuos identificados por especifica identidad de origen, cuya existencia no habíamos advertido porque a nuestro entender esa minoría se encuentra ya integrada como parte del todo social. Por esto último se antoja desfasada la acotación de don Patrocinio relativa a una negritud que quiere hacer parecer como población marginada, aunque olvida- inaudito sería que lo ignorara- que de 2004 al 2010 gobernó Veracruz un personaje con raíces semejantes a las suyas y no se tiene registro de que Fidel Herrera haya hecho referencia en ninguno de sus hiperbólicos discursos a sus antecedentes étnicos, simplemente porque ese es un tema rebasado en México. Pero el señor Cisneros destaca su vocación para promover la cultura en nuestra entidad, particularmente la que involucra a las minorías étnicas, pese a que en nuestro país ninguna de ellas está excluida del estatus jurídico, que es general para todos los mexicanos. Ignoramos la profundidad histórica y antropológica de las investigaciones de Erik Cisneros y asesores porque sus libros aun no aparecen en librerías, pero es síndrome muy explicable porque en este país es más fácil escribir un libro que leerlo, y más aún venderlo si no se tienen “lectores” cautivos.
Con esa parafernalia, don Erik Cisneros pudo construir su sueño político de aspirar, muy legítimamente por cierto, a la candidatura de Morena al gobierno veracruzano, al menos así lo revelan los cientos de anuncios con su nombre esparcidos por todo el territorio estatal. Por el desconocimiento de sus antecedentes políticos, y a causa de que en las circunstancias imperantes desde su actual encargo se antoja muy difícil hubiera podido catapultarse para conseguirlo, y porque ignoramos cuáles pudieran ser los amarres que le sirvan de plataforma de despegue, formulamos la interrogante ¿cuenta Erik Cisneros con un padrinazgo que lo acerque al presidente? ¿Lo conoce AMLO al grado de evaluarlo como una carta a jugar en la sucesión de Veracruz? Porque cualquier neófito en la materia sabe que la decisión de esa candidatura no reside en la esfera local y luego entonces corresponde al presidente AMLO decir la última palabra. Obviamente todo esto ya es a toro pasado, después de la catilinaria presidencial alusiva a los movimientos sucesorios de don Patrocinio, obligándolo a recular en su insistente vocación aspiracionista. Pero, además, ¿Qué necesidad había de la intervención presidencial? ¿No hubiera sido suficiente un estate quieto pronunciado por su jefe inmediato? Por el contrario, la elocuencia de los hechos nos habla de que hubo necesidad de la intervención del Delegado General, Manuel Huerta, haciendo sinergia con el diputado Cazarín para reducir los decibeles del ruido mediático provocado por don Erik. Finalmente debemos reconocer que en este incidente político apto ya para la anécdota sexenal no le fue del todo mal a quien aún conserva el cargo de Secretario de Gobierno, y si allí permanece podría aspirar a conseguir un reintegro electoral, lo cual ya es ganancia.