CAMALEÓN
Según el diccionario de sinónimos “faramalla” refiere a un charlatán, a quien parlotea sin sentido, un palabrero, tal es la expresión con la cual cataloga el presidente López Obrador el anuncio de la oposición política por el que da a conocer la metodología que seguirá para escoger a su candidato a la presidencia de México. Para el dirigente de Morena, Mario Delgado, “es un circo y una simulación”, para “las Corcholatas” son “copia y farsa”, lo espontáneo y unánime de ese fuego granado contra el señalado anuncio revela la importancia que se le confiere desde el partido oficial ante la muy posible reactivación de las fuerzas opositoras al grado de convertirse en un factor competitivo de elevado riesgo para la continuidad de Morena en el gobierno. En eso mucho tienen que los resultados electorales de 2021 y sin duda alguna el diagnostico de análisis especializados que encierran mensajes optimistas para la parte opositora y de preocupación para quienes ejercen el gobierno. No escapa a ningún análisis la ventaja de Morena en la contienda electoral venidera, porque gobernar las dos terceras partes de las entidades federativas constituye una buena base en cualquier proceso electoral, sin embargo, no es determinante según lo demuestra la experiencia histórica y la más reciente es el proceso electoral de 2018, por el cual López Obrador y Morena arrollaron al PRI, al PAN y al PRD dejándolos en estado catatónico. Pero también es axioma válido que el ejercicio del poder desgasta a quien lo ejerce, más aun si en el balance las restas son mayores que las sumas. Según es posible advertir en los acontecimientos sucedidos en la realidad nacional se ha incubado un sentimiento de inconformidad social debido al impacto de políticas públicas sobre diversos sectores sociales, allí se encuentra el nudo gordiano que los partidos políticos en pugna deberán deshacer para llevar agua a su molino. Hace cinco años un muy buen candidato, AMLO, aprovechó la coyuntura de ese momento haciendo énfasis en la desigualdad social prevaleciente, acompañada con los resultados de una gestión pública (Peña Nieto) de pésimos resultados, centró su estrategia para ganar voluntades poniendo el dedo en la llaga de la corrupción y la inseguridad imperantes, por cierto, fenómenos cuya pervivencia no abonan al buen balance de la actual administración, lo saben en el gobierno, también en la oposición y seguramente formará parte medular de las estrategias de campaña. Una vez que la Alianza Va por México puso al descubierto su metodología, en esta misma semana conoceremos quienes competirán, 15 aproximadamente, una lista que para agosto deberá reducirse a solo tres, quienes debatirán para resultar el candidato de esa alianza que competirá contra el (la) de Morena, lo demás quedará a cargo de las estrategias de campaña y de factores cuya participación sin duda podrían cambiar el rumbo de esta sucesión presidencial. Por lo pronto, entre lo destacable de lo anunciado figura la declaración del presidente del PRI, Alejandro Moreno, acerca de su descarte en la puja por la candidatura, porque de esa manera evita introducir la discordia y la desconfianza en un proceso que podría demostrar, o confirmar, que la oposición está, o no está “moralmente derrotada”.