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Intercambio voluntario, propiedad y justicia

Por Luis Pazos

La principal fuente de bienes para el consumo ya no es su recolección sino su siembra, ya no es su dueño quien toma primero un fruto o un animal de la naturaleza, sino el que siembra árboles de frutos, plantas de elote, de trigo y reproduce animales. La tierra que antes la podían usar todos, pasa a ser propiedad de quienes la cultivan, lo que implica que otros no pueden tomar lo sembrado sin su consentimiento.

Si alguien quiere una parte de lo que siembro, me tiene que dar algo a cambio, con lo que yo esté de acuerdo. Se generaliza el intercambio voluntario, que desplaza al despojo como principal forma de obtener lo que otros producen.

La propiedad como institución social, que limita el uso de bienes a su propietario, se vuelve el factor base de una convivencia pacífica y el progreso.

El famoso anarquista, socialista, del siglo XIX, Joseph Proudon fue quien pronunció la frase “la propiedad es un robo”, que siguen muchos anarquistas mientras no tienen nada.

Sin el reconocimiento y respeto al derecho de propiedad no hay progreso, viviríamos como en tiempo de las cavernas.

Mediante el intercambio voluntario, que acepta tácitamente la propiedad, se reduce la violencia, como un medio para tomar lo que no es mío. Surgen enfrentamientos para determinar pacíficamente qué es de cada uno. De ahí se generaliza el concepto de justicia de Ulpiano.

Dominicio Ulpiano (170-228), uno de los más grandes jurisconsultos de Roma, define la justicia como “constants et perpetua voluntas ius suum cuique tribuendi”: La justicia es la constante y perpetua voluntad de dar a cada uno lo suyo.

Difícil la decisión a que se enfrentan los jueces, ante dos personas que reclaman la propiedad de un bien o un derecho. El juez tiene que decidir a quién le corresponde, quién es el propietario.

Sin reconocimiento del derecho de propiedad no hay justicia, pues la justicia implica identificar y reconocer al dueño, al propietario del bien que se litiga.

Justicia y propiedad van de la mano: sin propiedad reconocida y respetada, no hay justicia, y sin justicia no hay paz social ni progreso.