CAMALEÓN
Ya transcurrió el plazo estatutario dentro del cual Marlon Ramírez debiera abandonar el cargo de presidente del Comité Directivo Estatal del PRI, literalmente debió ser a fines de abril, pero porque tomó posesión a medidos de mayo de hace cuatro años el plazo se corrió a la misma fecha de este año. Pero al igual que en política no siempre el dos sigue al uno, en la cronología sucede algo semejante, pues los tiempos en no pocas ocasiones son alterados por las circunstancias, como es el caso en comento. La explicación de ese impasse encuentra fundamento en la prórroga para que Alejandro Moreno siga al frente del PRI nacional hasta después de la elección de 2024, y no concluya en agosto como lo marca el estatuto antes de ser reformado, tal circunstancia repercute hacia la provincia por efecto de los compromisos políticos de “Alito” con los Directivos estatales para hacer válida la fórmula: “lo accesorio sigue la suerte del principal”. De no haber conseguido Alejandro Moreno el alargamiento de su permanencia al frente del PRI los tiempos de Marlon se habrían cumplido conforme al estatuto priista. Sin conceder que así vaya a ser, aunque la probabilidad es elevada, Marlon ha podido descubrir el revoloteo de los zopilotes, la firmeza solidaria de algunos de sus cercanos y también el intenso y sórdido sonido de cuando las ratas abandonan el barco. No cambiar de caballo a mitad del rio es lección histórica cuando el momento es crucial, así, es posible que la composición de las fuerzas partidistas componentes de la Alianza opositora seguirá igual, pues en el PRD su actual dirigente no será removido y en el PAN su dirigencia está firme, aunque debe reconocerse que para efectos de la sucesión gubernamental la decisión no le compete al ámbito local sino a las respectivas cúpulas nacionales. Así las cosas, al parecer Marlon está a punto de superar el escollo formal estatutario porque pragmáticamente así corresponde al momento en curso. Finalmente, la tarea central en el PRI radica en evitar la fuga del voto duro que aún permanece en su cartera de activos y al menos en conservar el porcentaje electoral obtenido en las votaciones recientes, porque lo seguro es que los tiempos de antigua bonanza envuelta en hegemonía política, como las golondrinas de Bécquer, no volverán.