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Fin de la pandemia. La violencia estacionada

Por José Antonio Medina Aguilar

PIENSO, LUEGO ESCRIBO

Por Akiles Boy*

En un mundo enrarecido y en un ambiente confuso, fijar una posición es  un desafío, las circunstancias cambian como las manecillas del reloj, Solo es permanente el cambio constante, así lo afirmó el  filósofo griego Heráclito de Efeso. Se viven tiempos diferentes, no mejores o peores, aunque tengamos la odiosa práctica de comparar. Por eso, el razonable argumento de alejarnos de fanatismos, de radicalismos, de ideas incuestionables, definitivas, de verdades absolutas, y estar del lado de la evolución inevitable, de la solidaridad, de la tolerancia y dar la bienvenida a la diversidad.

Terminó oficialmente el periodo de emergencia sanitaria, el covid 19 se ganó su lugar en la historia universal, como otras anteriores pandemias letales. Los severos daños que provocó son incalculables y marcó una de las temporadas más complejas y desastrosas de la humanidad. Veinte millones de muertos es el peor de los saldos, pérdida irreparable, de otros perjuicios, la recuperación será en forma paulatina, como la economía mundial y las nacionales.

Pero en ese marco de la evolución, ahora enfrentamos a otro enemigo mortífero, está a la vista de todos, es la violencia, otro virus que ataca al ser humano y lo convierte en un peligro para los demás, como en el pasaje bíblico de Caín y Abel, cuando uno descargó su ira sobre el otro y acabó con su vida. De ese nivel es la dimensión de la violencia, manifestada en las frecuentes guerras, algunas interminables, contrarias a los principios de convivencia pacífica y autodeterminación de los pueblos, literal, son genocidios de la humanidad.

Pero la guerra entre países o pueblos no es la única expresión de la violencia que recorre el mundo, el fenómeno es creciente en variados contextos y formas. En la política, en la economía, en el trabajo, en la escuela, en el hogar se ejerce violencia, mientras que las formas se multiplicaron o se apilaron en nuevas clasificaciones. Violencia física, violencia psicológica, violencia moral, violencia laboral, violencia económica y violencia de género, entre otras.

Es apurado hablar de una violencia estacional o transitoria en el mundo,  esperamos que lo último suceda, antes de verla como una seria amenaza para la sobrevivencia  de la raza humana, pero lo cierto es que los mismos organismos internacionales han fracasado en su misión de asegurar la paz y estabilidad, incapaces de contener las ambiciones y afanes de grupos y naciones, que queriendo mantener sus intereses hegemónicos, perturban, invaden, explotan y presionan a otros más débiles, éstos casi siempre son los pobres y subdesarrollados.

Así está el mundo, mientras unos cuantos emplean la violencia con fines de dominio o de lucro, la mayoría permanece en estado contemplativo, indiferente, despreocupado, sin importar los daños a las víctimas y al tejido social. Las cifras de homicidios y desapariciones forzadas son escalofriantes en México y en otros países; la migración masiva en Centroamérica  y América del Sur, tiene como una de sus causas la violencia. El problema crece sin freno, alimentado por la impunidad, por la debilidad de las instituciones, por la corrupción en los sistemas de justicia y las corporaciones de seguridad. Y por si fuera poco, agravada y alentada por la difusión indiscriminada de contenidos con violencia explícita,  en los medios digitales y las redes sociales, impuestos por la globalización y la nueva etapa tecnológica. ¡Cuidado, nos acercamos a una violencia endémica!. Hasta la próxima.    

11 de mayo de 2023

*Miembro de la Red Veracruzana de Comunicadores Independientes, A.C.

*Miembro de la Red de Escritores por el Arte y la Literatura, A.C.