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La sucesión y el riesgo de equivocarse

por Alfredo Bielma Villanueva

CAMALEÓN

El pasado fin de semana pisaron suelo veracruzano tres de los pretendientes de la candidatura de MoReNa a la presidencia de la república, dos de ellos, Sheinbaum y Adán López, tienen primacía en el orden de preferencias de quien manda en ese partido, porque Monreal que también nos visitó no parece encajar en el proyecto continuista. A la señora Sheinbaum la acompañaron Rocío Nahle y Cuitláhuac García, nadie del gobierno estatal lo hizo en torno de Adán Augusto, es decir, en esa lucha sucesoria el gobernador se la juega con Claudia para la presidencia y Rocío Nahle para el gobierno estatal. Por un lado, debemos reconocerle al gobernador su definición política, aunque ignoramos si es a causa de estar en posesión de señales claras de que esas cartas están en la baraja de quien decidirá, o simplemente es producto del desconocimiento de las regla del juego, que como enseña la historia tiene sus riesgos porque en estos casos quien se equivoca generalmente va al ostracismo y se expone a la persecución política. Para ejemplificar vale recordar lo acontecido en la sucesión presidencial de 1964 siendo presidente de México Adolfo López Mateos (1958-1964); en esa puja sucesoria llegaron a la final dos nombres: Donato Miranda Fonseca y Gustavo Díaz Ordaz, ambos entrañables amigos del presidente desde que integraron la legislatura senatorial en tiempos de Miguel Alemán Valdés (1946-1952), en aquella Legislatura también fueron senadores, entre otros, Alfonso Corona del Rosal, Ernesto Uruchurto, Fernando López Arias etc., el Oficial Mayor de esa Cámara era Rafael Murillo Vidal. Con ese antecedente, pudiera deducirse que en 1964 el gobernador de Veracruz, Fernando López Arias, no debería sino esperar a la decisión presidencial a favor de Donato o Díaz Ordaz, sin embargo se inclinó por el guerrerense Donato Miranda Fonseca, Secretario de la Presidencia y no por el Secretario de Gobernación, Gustavo Díaz Ordaz, quien resultó el elegido. La consecuencia fue el congelamiento político para don Fernando, aunque fue barato porque otros en esa circunstancia sufrieron atroz persecución; en cambio, el entonces senador Rafael Murillo Vidal fue afortunado pues se la jugó con su amigo poblano y éste le correspondió haciéndolo gobernador de Veracruz para el periodo 1968-1974). Ya en el presente, en cuanto a Cuitláhuac García, si la candidata fuera Claudia Sheinbaum, en caso de ella ganar la elección, el gobernador pudiera lograr cargo en su gobierno con la potencial posibilidad de evitar persecución política; sin embargo, no pudiera ser el mismo esquema hipotético si la candidatura a la presidencia la consiguiera Adán Augusto y éste respalda a Sergio Gutiérrez al gobierno de Veracruz. Dejamos para la especulación lo que pudiera suceder en caso de que esto último cristalizara pues no debemos soslayar las condiciones objetivas en las cuales se escenificará el palenque electoral 2024, porque al parecer la oposición pese a las apariencias no está tullida y las circunstancias pudieran dar un giro inusitado. Es breve el lapso de aquí al inicio del proceso electoral, entonces lo mejor contra el estrés es “no comer ansias” porque no por mucho amanecer amanece más temprano, aunque para uno que amanece siempre encuentra otro que no duerme.