Columnistas

Del protocolo ceremonial al protocolo político

Por Alfredo Bielma Villanueva

CAMALEÓN

Por no estar acostumbrada al uso del resorte que impulsa a los políticos a ponerse de pie cuando el presidente de este país lo hace, la ministra presidenta de la Suprema Corte de Justicia permaneció unos segundos más en su asiento, mientras la concurrencia aplaudía al titular del Poder ejecutivo federal, esa instantánea fue utilizada por el vocero gubernamental para acentuar una supuesta falta de cortesía en agravio del protocolo utilizado en la ceremonia conmemorativa del 106 aniversario de la promulgación de nuestra Carta Fundamental. También fue comentada por el presidente en su mañanera de ayer, aduciendo que quizás la Ministra “estaba cansada” y por tal motivo no se levantó de su asiento en unísono concierto con la demás concurrencia. Sin embargo, también quienes organizaron ese evento republicano introdujeron cambios bastante notables en el protocolo de la ceremonia, pues por vez primera en mucho tiempo los titulares de los poderes legislativo y judicial no franquearon a izquierda y derecha al presidente, ahora lo hicieron el gobernador de Querétaro, a la izquierda y por el lado derecho el Secretario de Gobernación y el de la Defensa. No se requiere de mucho esfuerzo deliberativo para concluir la motivación de ese diseño de presídium. Pero, es obvio, no gustó al presidente el instantáneo retraso de la ministra para ponerse de pie, dice sentirse orgulloso porque refleja una libertad antaño inexistente, aunque es sabedor del profundo significado de aquel gesto: por  un lado, existe un muy enfático prurito de mostrarse independiente, los discursos de la señora Piña y de Creel así lo constatan, y a la vez es inequívoca señal de un poder en mengua. Habrá oportunidad para la concurrencia de los tres poderes el 19 de febrero, Día del Ejército Nacional, y el 24, Día de la Bandera, salvo cambios en el protocolo tales eventos levantan expectativas, fruto de la creciente incandescencia política entre fuerzas encontradas, una de ellas postula el cambio, la otra se resiste a la forma de hacerlo. También en el contenido de los tres mensajes hay mucho para ser destacado, particularmente cuando el presidente se refiere a los cambios al texto constitucional y anuncia reformas para desaparecer las introducidas durante el periodo neoliberal. Es preocupante, porque en materia de reformas constitucionales cuando estas no se ajustan al dictado de las circunstancias resultan o letra muerta o valladar legar; es decir, toda reforma al texto constitucional debe corresponderse con la realidad, no en obediencia a pruritos políticos o ideológicos reñidos con el momento histórico. Pero, en cierta medida tiene razón el presidente López Obrador cuando afirma que vivimos “momentos estelares”, si estos se entienden como la disyuntiva histórica en la cual la sociedad mexicana tendrá oportunidad de elegir el camino a seguir para conformar el escenario de su futuro inmediato.