Andrés Manuel López Obrador, quien se dice respetuoso de la independencia y autonomía de los tres Poderes de la Unión, recriminó a la nueva presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la nación, que nunca votó para favorecer la política del actual gobierno y que a pesar de esto le daba la bienvenida y que platicó con ella por teléfono.
Destacó que es un hecho histórico de que por primera vez desde 1825 una mujer encabece ese órgano y aunque deseó que pronto se haga una reforma al Poder Judicial, dijo que “no es posible con esta nueva ministra presidenta. Desgraciadamente, pero no hay que desistir. Ojalá me equivoque”.
La postura de la nueva Presidenta de la Corte fue cuestionada severamente por el Jefe del Ejecutivo, lo cual se convierte en una especie de intromisión, pero, sobre todo, en un regreso a los tiempos en los que el poder se concentraba en México en una sola persona. Situaciones que el propio Presidente ha dicho que ya quedaron en el pasado.
Durante la conferencia matutina en Palacio Nacional sostuvo que “los ministros eligieron como lo establece el procedimiento y hubo aceptación y acuerdo. Es un poder autónomo e independiente como nunca había existido”, pero él mismo cuestionó, como una especie de recordatorio, y de tirar línea a sus seguidores que la nueva presidenta de la Corte, debe ser estigmatizada por no ser parte del movimiento que el Presidente encabeza.
Sostuvo que con la presidenta de la Corte habrá una relación respetuosa, “afortunadamente llevamos a cabo un programa de transformación, donde no necesariamente se requiere de modificar las leyes”, lo cual implica otro lineamiento que no es precisamente de armonía sino de enfrentamiento.
López Obrador muestra su resentimiento por más de un amparo que la Suprema Corte de e Justicia resuelve contra la actual administración pública y que ha costado mucho dinero al erario y paralizado las obras que tiene proyectadas para este sexenio. Condición que debería dejar a un lado y empezar una nueva época de entendimiento con el Poder Judicial, que es el complemento de las actividades de todo estado moderno.
Sin embargo, la postura del Presidente parecía convertirse en señalar al culpable de muchos de los descalabros del actual régimen, así como del retraso de obras y gastas suplementarios que implican las derrotas legales en el campo de los amparos y temas que en estos últimos años ha tenido la suprema Corte la responsabilidad de definir.
Mencionó López Obrador que la ministra Piña votó en favor de que se quitaran los delitos fiscales como delito grave y con prisión preventiva, “también votaron para que no se aplicara el Artículo 127 y nadie ganara más que el presidente de la República, hubo amparos, lo echaron para atrás y un ministro gana tres veces más que el Presidente”.
Aprovechó para señalar con énfasis que “ojalá de manera independiente y autónoma se lleve a cabo una reforma en el poder judicial urge, por la corrupción que impera. Hay que seguir limpiando, todo el gobierno, los tres poderes, purificando la vida pública y que cada vez se respete más al pueblo, se atienda más al pueblo, que las instituciones no estén al servicio de minorías rapaces, de la corrupción, del dinero. Vamos avanzando”.
Es decir, cuestionó, acusó, rememoró y hasta amenazó a una presidenta de la suprema Corte de Justicia de la Nación que no fue la que él esperaba.
PEGA Y CORRE
El PAN abrió puestos de atención para mujeres maltratadas con fines más electorales que servicio a la comunidad, porque las personas que atiendes estos 346 puntos de la ciudad de México, carecen de capacitación para dichos trabajos; de pronto, de la noche a la mañana los colocaron y los anunciaron como una solución a la violencia de género, en sitios que van desde una cantina hasta una veterinaria.