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El inquietante papel de las embajadas de EU en el mundo

Por: Héctor Saldierna

ABRIENDO BECHA

Ahora que el presidente de Ucrania visitó EU para entrevistarse con su presidente Joe Biden, éste le dijo que era bienvenido a América. Parecería ser tan sólo un formulismo, pero ya motivó a nueva reflexión sobre esta temática que ha sido recurrente.

Se toma como antecedente la Doctrina Monroe, que de acuerdo a los datos históricos, fue el pronunciamiento que hizo James Monroe, precisamente en el año 1823 como una manera de manifestarse en contra de cualquier intervención o colonialismo de potencias europeas hacia el continente americano.

Monroe, siendo presidente ese año, se dirigió al Congreso de su país para hacer tal moción. En el contexto histórico, México habría de consumar su independencia el siguiente año, 1824, bajo la guía de Agustín de Iturbide.

Aunque el propósito evidente era hasta cierto punto correcto, habría que preguntarse también porqué una nación se abrogaba un derecho para convertirse en el adalid de un continente que estaba convulsionado en el siglo 19 por una serie de movimientos sociales libertarios.

Con el tiempo tal expresión se convirtió como una manera que los países de América estarían bajo la sujeción de los EU. Los hechos históricos, sin embargo, hacen pensar en tal posibilidad.

A través de los años, EU ha tenido un papel protagónico sobre la vida y destino de varios países de América Latina. En ocasiones ha hecho invasiones, como en el caso de México en dos circunstancias (1848 y 1914 en Veracruz), lo que evidencia su actitud fuertemente injerencista.

Uno de los golpes de Estado en que participó de la manera más repudiable fue en la presidencia de Francisco Indalecio Madero, recién presidente que había derrocado a Porfirio Díaz, que ya se había enquistado en el poder por más de 30 años.

La embajada de Washington en México fue una activa participante de tal felonía y cuya historia la tiene bien registrada.

Otro golpe de Estado en el que participó fue en el derrocamiento del presidente Salvador Allende de la República de Chile en el año 1973. Nuevamente, la embajada de EU tuvo un triste papel protagónico para derrumbar un sistema democrático en ese país en aras de preservar los intereses oligárquicos.

Fue Henry Kissinger, el hombre poderoso de EU en ese momento, que fraguó tal felonía. Algunos medios de comunicación, para variar, llegaron a decir que el presidente Allende se había suicidado.

No está por demás la reflexión que EU tiene que adoptar una política que no esté ligada al garrote. La caída de Pedro Castillo, en el Perú, seguramente tiene que estar involucrada nuevamente con la Embajada de Washington, por lo que puede configurarse que las embajadas de los EU funcionan como una especie de oficinas de desestabalización de los regímenes que no le sean adictos a sus intereses comerciales y de negocios.

 Ha tenido derrotas, sin duda. Bolivia es un ejemplo. Impuso un golpe de Estado contra Evo Morales, pero al año la participación del pueblo fue definitiva porque llevó nuevamente a un presidente demócrata al poder y a la cárcel a la usurpadora Áñez.

Todas las cosas no son para siempre. EU prosigue con su política intervencionista como es el caso de su participación en Asia, que apoya con muchos millones de dólares a Volodimir Zelensky, de Ucrania en su guerra contra Rusia. Es evidente que Ucrania ya está hipotecada con EU y pagar 100 mil millones de dólares, que son los préstamos que le han autorizado, será muy elevado y costoso para el futuro de Croacia y de su pueblo.

En el campo de la geopolítica, EU sigue posicionado en su control del ámbito mundial. Sin embargo, la presencia cada vez más hegemónica de la república de China podría cambiar los papeles protagónicos en los próximos años. En contraste, Europa se ha convertido en un bloque que cada vez tiene menor presencia y sus problemas económicos, asociados con el debilitamiento de sus monedas, sólo le hacen ser copartícipes de las infamias que se perpetran desde otro continente.

Les deseo, no obstante, que disfruten de una bonita velada de Navidad que es la máxima expresión de lo que debe ser el amor y la fraternidad entre los seres humanos.

¡Y hasta la próxima!.