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Ya nada es igual en Perú

Por: Héctor Saldierna

Perú se ha convertido en el epicentro de las luchas ideológicas en América Latina, consecuencia de la separación del cargo al presidente Pedro Castillo Terrones, luego que hiciera la advertencia de disolver el Congreso ante la ausencia de acuerdos y porque le habían cerrado todas las opciones para gobernar.

De hecho, Perú es un país que en los últimos años ha tenido varios presidentes y la inestabilidad es parte de su mapa político. Alberto Fujimori, por ejemplo, fue un expresidente que se fue a Japón y desde ahí mandó una carta de renuncia.

Otro ejemplo es el de Alan García, un presidente que pintaba muy bien y que al final de cuentas terminó suicidándose ante la posibilidad de ser arrestado.

Así que no es nada nuevo lo que ahora le pasa a Pedro Castillo, el presidente proveniente de clases populares y cuyos padres eran campesinos. Fiel a su tradición, Castillo no se quitaba el sombrero ni en las ceremonias oficiales.

A final de cuentas, un presidente de estas características, popular y con gran identificación con el pueblo, no les cae nada bien a los oligarcas que más bien buscan presidentes a modo para que ellos puedan estirar los hilos, al mejor estilo de los titiriteros.

Pero lo que ahora sucede en Perú es tema de gran reflexión. La realidad es que el pueblo ha salido a las calles para pedir que haya estabilidad y grandes sectores solicitan el regreso del presidente ahora incomunicado y recluído  en un paso hacia la prisión.

Países como México, Bolivia, Argentina y Colombia se han pronunciado a través de un manifiesto público donde se solidarizan con el presidente depuesto y piden que haya  restablecimiento de la paz social.

Castillo, que apenas se oía, ha empezado a hacerse presente a través de las redes sociales. Llama la atención que los traidores le salieron por doquier, empezando por la vicepresidenta, Dina Boluarte, que ahora es la presidenta y su propia guardia de seguridad que lo tomó preso.

¿Quién sabe que oscuras maniobras se presentaron para que se diera una traición tan extendida por parte de sus propios colaboradores?  Incluso, varios de sus funcionarios renunciaron.

Pero todo parece indicar que la situación no es parecida a anteriores Golpes de Estado. Puede revertirse la situación, como ocurrió en Bolivia, donde fue perseguido el presidente Evo Morales y una vez que se llamó a  elecciones, volvieron a recuperar el poder a través de Ramón Arce.

Todo se advierte que la derecha no la tiene tan fácil. La conciencia social y mayor participación del pueblo, podrían convertirse en valladares de contención en contra de golpes al statu quo, sobre todo cuando son emanados de una voluntad popular.

En Brasil se vive un capítulo muy interesante. Luego de estar en prisión y ser condenado de parte de sus opositores, Lula da Silva volvió como el Ave Fénix y recuperó el poder en una elección presidencial que estuvo muy reñida.

Lula había dejado en la presidencia a Dilma Rousseff, pero el Congreso (una vez más el Congreso) la destituyó del cargo y le endilgó penas sobre supuestos malos manejos de la empresa Petrobras.

Sin embargo, no sólo es importante que Lula haya triunfado en ese país, por lo que representa para los obreros y trabajadores, sino también para la naturaleza. Jair Bolsonaro, ese personaje tan controvertido, había actuado irracionalmente contra la Amazonia y se habían incrementado los casos de incendio y destrucción de la selva.

Por eso es que Noam Chomsky, el lingüista y pensador estadunidense, había dicho que la elección de Brasil era sumamente importante porque se estaría apostado por el futuro de la humanidad.

Es evidente que la Amazonia es una reserva de gran trascendencia para el mundo. Bolsonaro había actuado con una visión de destrucción. Ahora, existe la posibilidad de revertir tan delicada problemática.

El escenario ha cambiado radicalmente en el ámbito político en América Latina y aun cuando haya sucedido esta situación en Perú, existe la posibilidad de que la voluntad popular se imponga nuevamente. Hay vientos favorables para el cambio y nada que ver con los años 70 de los Kissinger y la embajada de Washington, donde perpetraron la caída de Salvador Allende en la república de Chile.

¡Y hasta la próxima!.