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Los muertos. Tradición viva

Por José Antonio Medina Aguilar

PIENSO, LUEGO ESCRIBO

Por Akiles Boy*

Los primeros días de noviembre nos dejan con el sabor de los mexicanísimos tamales, el pan de muerto, el atole y el chocolate. Es probable que el desaire y desafío a la muerte sean solo un mito, porque la verdad si le tememos, pero no lo aceptamos, sería un acto de cobardía. De cualquier manera, la tradición marca crear ambientes festivos y familiares para recordar y honrar a los que nos acompañaron un trecho de vida o fueron nuestros ancestros, las raíces y el tronco del árbol genealógico.

La pandemia hizo guardar o hacer una pausa en la celebración de los días de los Santos y Fieles Difuntos, con un arraigo popular inimaginable. Este año la vimos resurgir intacta y poderosa como en sus mejores tiempos. Las restricciones económicas tampoco fueron obstáculo, porque para eso está la solidaridad de la familia, como cuando se trata de continuar la fiesta y nunca falta el ánimo de cooperación para la música, la comida y el trago.

Estamos y andamos en un perturbador presente que nos desalienta, pero no hace caernos ni sentirnos derrotados. En el mundo como en la vida encontramos desiertos, pero también oasis en los que se puede beber agua fresca y seguir en la fugaz travesía. Nadie es eterno y el mismo Matusalén, aquel épico personaje bíblico, pereció.

Los encuentros familiares siempre nos fortalecen, se afianzan los lazos de sangre, de fraternidad y solidaridad. No hay familia perfecta, pero si hay familias unidas, con valores y tradiciones fuertes, los primeros universales y atemporales como el amor, el respeto y la solidaridad,  y las segundas son las creencias y costumbres ancestrales que se transmiten a las generaciones, y que vale la pena defender y conservar, más si se trata de nuestra esencia, cultura e identidad, componentes de la mexicanidad.

En este año llamó la atención que los  sacerdotes católicos se sumaran a esta cruzada, a favor de las tradiciones nacionales y advirtieran o mejor dicho, desalentaran sobre la práctica  de rituales ajenos y relacionados con las fuerzas obscuras o del mal. Ese discurso se escuchó en varios templos de la Grey Católica en el pueblo, cuando acudimos a la misa, con motivo del deceso, en esos días,  de dos seres cercanos a la familia.

Me pareció una oportuna arenga a la fraternidad, un llamado adelantado de la temporada navideña, que con paso rápido viene al mundo, acechado por la violencia y la peligrosa polarización que inundan con sus turbias aguas y  arrasan con la seguridad y paz de los pueblos. Bien merece una reflexión esa convocatoria para frenar las confrontaciones internas y externas, regresar por los senderos de la paz y la fraternidad, de otra forma no detendremos la erosión de la naturaleza y de las sociedades que habitan el planeta.   

En relación al tema, termino con lo siguiente: En 1984 la Banda británico-estadounidense Foreigner, originaria de Nueva York, Estados Unidos, lanzo el tema “I Want To Know What Love Is” en español “Quiero saber qué es el amor”, incluida en el  álbum Agent Provocateur. Les transcribo una estrofa “Ahora esta montaña que debo escalar, parece como si llevara el mundo sobre mis hombros. A través de las nubes veo el amor brillar, me mantiene caliente mientras la vida se enfría”. En una especie de anhelo o esperanza, los negros nubarrones en los cielos, poco a poco desaparecerán y los rayos de luz que se verán, anunciaran una nueva era para la humanidad. Una visión optimista, pero es mejor que una pesimista, escéptica o polarizadora. Hasta la próxima.   

8 de noviembre de 2022

*Miembro de la Red Veracruzana de Comunicadores Independientes, A.C.

*Miembro de la Red de Escritores por el Arte y la Literatura, A.C.