CAMALEÓN
Pues sí, México, nuestro país es único para quienes aquí tuvimos la fortuna de nacer, sus paisajes y tradiciones, su historia y su folklore, excepto su pobreza y desigualdades sociales, son irrepetibles en otros lugares del planeta. Quizás por esa inercia, el doctor Jorge Alcocer, Premio Nacional de Ciencia, y a partir de diciembre de 2018 Secretario de Salud en el gobierno federal, se permitió expresar el pasado sábado en Navojoa, Sonora, que el modelo de salud aplicado en México no existe en ninguna otra geografía del orbe, y en estricto sentido tal vez tuviera razón si le amputamos el pretencioso mensaje subliminal de asemejarlo como lo mejor del mundo. Y no es con ánimo de desmentirlo, sino porque nuestra terca realidad tiene datos que no comparten su hiperbólico optimismo. Es cierto, la infraestructura de salud en México navega entre lo mejor del tercer mundo, porque se ha venido estructurando desde la década de los cuarenta del siglo pasado y ya contamos con 13 Institutos de Salud especializados, cuyos servicios son de excelencia; también con dos Instituciones de Seguridad Social, el IMSS y el ISSSTE para brindar atención médica a importante sector de la población, son frutos inspirados en el Estado de Bienestar. En 2003 se creó la Comisión Nacional de Protección Social en Salud (Seguro Popular), un sistema de financiamiento para atender los Gastos Catastróficos a quienes no cuentan con Seguridad Social, lamentablemente ya desaparecido a partir de octubre de 2019. El Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI) sustituye al Seguro Popular, pero tres años después de su aparición estelar no ha podido suplir con éxito las atenciones de salud a una población compuesta en gran medida por gente de escasos recursos económicos, que penan día a día por conseguir consultas largamente diferidas, cirugías oportunas, insumos médicos y la medicina gratuita que se obtenían a través del Seguro Popular. Pudiera ser que, como afirma el Secretario de Salud, el nuevo modelo que proclama sea estupendo, pero lo importante radica en aplicarlo con efectividad y eficiencia, porque está comprobado que las atenciones de salud en el IMSS y en el ISSSTE se apuntalan en un personal médico y paramédico de comprobada experiencia, pero en exigua nómina para atender a una demanda cada vez mayor, motivo por el cual lucen saturados, yo de evidentes insuficiencias. Según se ha informado, el “nuevo” modelo ya ha sido aplicado, ignoramos con cuánto éxito, en Nayarit, Colima y Tlaxcala; ahora se anuncia su implementación en Veracruz, cuya infraestructura hospitalaria y la población demandante rebasa con mucho a la de esas tres entidades en su conjunto, una vez experimentado aquí estaremos en aptitud de aquilatar las bondades del nuevo modelo, al que deseamos éxito por el bienestar de la población veracruzana sin seguridad social. Sin embargo, no escapa a la observación que actualmente en el IMSS, lo mismo que en el ISSTE y el Sector Salud estatal, un fenómeno compartido es el largo plazo para obtener una consulta y para acceder a la atención de un especialista, igualmente es lugar común el diferimiento de las cirugías y el desabasto de medicinas. En ese contexto, pese a Alcocer y a López Gatell que no dan una, ojalá el nuevo modelo permita superar las deficiencias y podamos alcanzar el ofrecimiento presidencial de gozar de servicios de salud a la altura de los mejores del mundo. La esperanza es inmarcesible, y en este caso en el cual está en juego la salud cabría el reclamo: ¡ahora nos cumplen, o nos dejan como estábamos!