Columnistas

Las mujeres en los espacios de poder

Por Gladys de L. Pérez Maldonado

ALGUIEN COMO TÚ

El desenvolvimiento de la mujer a lo largo de la historia no ha sido fácil. Las mujeres nacimos en una sociedad que nos enseñó a pensar que nuestro desempeño como tal, se encontraba restringido a ciertas actividades, nos encasillaron y nos etiquetaron como el sexo débil y nosotras lo asimilamos y lo creímos y  crecimos así.

A través de la historia, encontramos mujeres virtuosas, llenas de valentía para su época, como Mary Wollstonecraft, de origen inglés, nacida en 1759, Concepción Arenal, nacida en España en 1820, Simone de Beauvoir, francesa que vio la luz en 1908, por mencionar a algunas, que alzaron la voz para que sus derechos como Seres fueran reconocidos, gracias a ellas y a muchas más, que han luchado sin prejuicios y sin temor, hoy nos encontramos aquí escribiendo estas líneas.

Se ha derramado mucha sangre femenina en el mundo por años, sangre de mujeres que lo único que han pedido son oportunidades para vivir una vida libre, sin ataduras, con tranquilidad y de manera igualitaria en el campo laboral, académico y político con relación a los hombres.

Mucho se ha logrado a raíz de estos desencuentros sociales con los movimientos feministas. Ahora, las mujeres acudimos a las instituciones académicas de nuestra elección sin discriminación, decidimos nuestro lugar de trabajo, ejercemos nuestros derechos civiles de votar y ser votadas en los procesos electorales con libertad, vestimos la ropa que se nos ocurre sin restricción de nuestro sexo, contraemos matrimonio voluntariamente y lo disolvemos cuando consideramos es necesario, tenemos los hijos que deseamos, decidimos sobre nuestro cuerpo y preferencia sexual, nuestra presencia en la sociedad es notoria, ya no vivimos más bajo la sombra patriarcal.

No obstante, ahora en esta segunda década del s. XXI, pedimos igualdad de oportunidades laborales sin discriminación, que nos dejen de tratar como objetos y nos dejen de violentar, pedimos que nos dejen de acosar sexualmente, de violar, de golpear física y psicológicamente, que nos dejen de matar.

La violencia contra la mujer siempre ha existido, no es tema nuevo, solo que ahora dado que tenemos un lugar relevante en la vida pública de la sociedad, se ha visibilizado y algunas mujeres nos sentimos con la fuerza interior suficiente, para decir ¡Basta!, no solo por nosotras, si no por todas aquellas que aún no se han decidido a vivir en libertad.

Requerimos de gobernantes empáticos -mujeres y hombres- con los derechos humanos de las mujeres, para que a través de las políticas públicas dirigidas a erradicar la violencia contra nosotras, se elimine el comportamiento violento machista que persiste en el día a día y que nos lacera en nuestra integridad y dignidad.

No queremos un discurso político que agrade al electorado femenino y a las masculinidades disidentes, queremos políticas públicas a favor de la mujer de aplicación real, que se impulsen con el suficiente presupuesto y que los órganos de gobierno de primer nivel tomen las riendas de su implementación.

Se creó el Instituto Nacional de la Mujer para el efecto de cuidar entre otras cosas, la implementación y ejecución de las políticas públicas en materia de mujeres, sin embargo, no es autónomo y no cuenta con el suficiente presupuesto para aplicarlo a su libre albedrío en su funcionamiento. Lo mismo sucede con los Institutos de la Mujer estatales y municipales, a quienes no se les da la importancia necesaria, dentro de la estructura gubernamental, son una institución decorativa, que por exigencia constitucional debe existir por tratarse de “mujeres” y cumplir con el requerimiento feminista.

Se identifica de manera cromática la vida de las mujeres, color naranja para identificar la violencia contra ellas, morado para identificar la lucha por la igualdad de sus derechos, y verde en relación a la petición de despenalizar la interrupción del embarazo, esto se torna a juego por el grupo hegemónico masculino, compuesto por mujeres y hombres. La violencia, la igualdad y el derecho a decidir sobre nuestro cuerpo, no tiene color, dejemos a un lado los estereotipos de género y trabajemos a favor de una vida igualitaria.

Aun cuando en el Plan Nacional de Desarrollo [PND] 2019-2024, se reconoce como relevante que  los crímenes que causan mayor exasperación social son los delitos sexuales, la violencia de género en todas sus expresiones, entre otros, y que de hecho, se mencione que se trabajará en disuadir a los autores de conductas delictivas de su reincidencia mediante intervenciones restaurativas, orientadas a su protección, resocialización y a la reparación del daño cometido a las víctimas. Este discurso político a favor de las mujeres, dista mucho de ser una realidad.

Hoy por hoy, parafraseando a Catalina Aguilar Mastretta, el futuro de México es femenino porque en su presente nos queda lejos esa inclusión. La inclusión cabal del cincuenta por ciento de la población en las posibilidades completas de la sociedad, es indispensable para la subsistencia de su cien por ciento dentro de ella.

A propósito de la conmemoración del 69º aniversario del voto de la mujer mexicana, la empresa Consultoras en Género y Gobierno realizó un análisis histórico de la presencia femenina en los puestos públicos de toma de decisiones en cuanto a su desempeño y oportunidades y concluyeron que la presencia de más mujeres gobernadoras y funcionarias públicas encabezando dependencias, no necesariamente ha generado más políticas públicas para las mujeres ni la aprobación de medidas a favor de los derechos sexuales y reproductivos.

En esta investigación se menciona como ejemplo la interrupción legal del embarazo hasta la 12ª semana de gestación que ha sido aprobada sólo en la Ciudad de México (2007), Oaxaca (2019), Baja California, Colima, Hidalgo, Veracruz, Coahuila (2021), Baja California Sur, Sinaloa y Guerrero (2022) y que de estas entidades, solamente Ciudad de México, Colima, Guerrero y Baja California han sido gobernadas por mujeres, y la iniciativa no ha sido impulsada por sus gobernadoras.

Además, no se debe omitir que en la actual integración de la Cámara de Diputados -paritaria en representación- donde la mayoría son del partido político en el poder, las mujeres están rezagadas pues no dirigen el Congreso y no hay avance en las políticas públicas a favor de la mujer y es más, se disminuyeron los presupuestos para programas y acciones específicas para las mujeres.

Nacer mujer no necesariamente nos hace ser empáticas con la lucha feminista que tiene como fin lograr el respeto de nuestros derechos humanos, lo hemos sostenido reiteradamente en las emisiones de Alguien como tú, por lo que coincidimos con esta investigación en el sentido que la presencia de las mujeres en los espacios de poder no implica mejores condiciones de vida, justicia y mayores oportunidades sociales y educativas para nosotras.

La presencia paritaria de las mujeres en los tres Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial Federales y de los Estados, así como en la integración de los órganos autónomos, que reiteradamente mencionamos en nuestras colaboraciones semanales, aún nos queda mucho a deber, las mujeres debemos empezar por nosotras mismas, reconociendo esta problemática, haciendo equipo con nuestras congéneres, siendo sororas y creyendo en nosotras mismas, dejando a un lado las diferencias y el egoísmo, si dignificamos a una, nos dignificamos todas y visibilizamos la necesidad de la igualdad sustantiva en todos los espacios…