“Ya no son los tiempos aquellos donde (sic) venían y daban dinero a los diputados…”, dice el diputado Gómez Cazarín, mostrando el músculo en el desigual diferendo que escenifica con la responsable del Órgano de Fiscalización Superior, a propósito de los resultados de la Cuenta Pública 2021, nada de su agrado. Para abordar este asunto, en primer término, lo recomendable es aceptar que los diputados de antaño recibían dinero de los alcaldes para conseguir la aprobación de sus cuentas, sin importar las irregularidades cometidas en la aplicación del recurso público puesto a su disposición. Pero de igual manera, también es recomendable poner en duda la sugerente insinuación sobre que los diputados de ahora ya no reciben ese tradicional cochupo, pues en el escenario de nuestro entorno nada hay que objetivamente lo sustente, excepto el discurso. Aunado a esto, la realidad tiene otros datos, porque delata con singular transparencia una fuerte injerencia de los representantes “populares” para inducir al Orfis a aprobar cuentas municipales con irrebatibles muestras de malversación de fondos, de esto no son pocos los alcaldes y ex munícipes quienes pueden asegurarlo. Lamentablemente, en esta clase de asuntos se dificulta decidir hacia cuál de las áreas de este conflicto Congreso-Orfis se inclinaría la balanza, la indecisión deriva en que en ambas esferas se anida la sospecha. En ese contexto, no resulta difícil sugerir que ni en la Comisión de Vigilancia del Congreso local, ni en el Orfis, pudieran tirar la primera piedra, porque si levantáramos una encuesta de consulta resultaría una carrera muy parejera. No anticipamos criterios, solo se exhiben antecedentes históricos de indudable veracidad, en los cuales ninguna de las partes resulta bien librada. Sin embargo, es preciso subrayar lo desigual de esta pugna, en la cual lleva todas las de perder la titular del Orfis, y no necesariamente porque sus argumentos carezcan de consistencia, sino porque preside un órgano fiscalizador supeditado al Congreso local, y su escrutadora función lo enfrenta a diputados y alcaldes cuando estos actúan en maniobras de complicidad. La cuerda se rompe casi siempre por lo más delgado, no tardaremos en saber si ese aforismo se confirma para que todo siga igual.
Congreso contra Orfis, una confrontación inédita
Por Alfredo Bielma Villanueva