ESPACIO CIUDADANO
“Ayunaré de pesimismo y me llenaré de esperanza en la humanidad”.
En estos tiempos del “mundo digital”, de “las redes” y de la comunicación virtual es lamentable que varias personas aprovechen tales espacios para desfogar sus resentimientos contra determinados semejantes o para ridiculizar a las autoridades, a funcionarios o a los representantes populares, escondiéndose – a veces – en el anonimato, procurando sembrar en el ambiente el fatalismo, el derrotismo, el desánimo y la desesperanza; no aportan al respecto soluciones y se tornan como los fiscales inflexibles de todo lo que se hace o se pretende llevar a efecto. Dichos entes ven y juzgan las cosas en su aspecto más negativo o desfavorable; tal pareciera que sus mentes obnubiladas no les permiten otorgar el beneficio de la duda a los elementos que ellos señalan como perniciosos o negativos. Se catalogan con los méritos suficientes para evaluar soberbiamente a los demás y aprovechan sus conocimientos y recursos para exhibir de manera innoble a sus odiados adversarios. Su pesimismo los hace trastabillar y crear “realidades inexistentes”.
La vida es sinónimo de esperanza, de beneplácito y de optimismo. El nacimiento de todo ser humano es una oportunidad y es un reto de realización; somos parte de la naturaleza y ella es multidiversa, dinámica y extraordinaria. Por ello estoy en desacuerdo con cualquiera que asevere que el mundo es irremisiblemente malo o perverso y, por consiguiente, todo en la naturaleza y en la vida tiende a la producción o conservación del mal. Me opongo en los mismos términos a la equívoca posición filosófica del pensador Schopenhauer, que todo lo vislumbraba de maneta fatalista, decadente, sin visos de superación o transformación. Así que prefiero seguir operando y aceptando el vaso medio lleno que sulfurarme o inconformarme con el recipiente medio vacío.
Ante la avalancha digital de rumores, ofensas, ataques enfermizos, agresiones anónimas, mentiras y falsas noticias, me formulo las siguientes interrogantes: ¿Cuántas amarguras y resentimientos almacenarán en su interior esas personas que se manifiestan por “las redes” contra todo y contra todos?, ¿Por qué la mayoría de los individuos asiduos a la vía digital le otorgan más crédito a las versiones infundadas que a los sucesos evidentes?; en forma complementaria: ¿Será que esos opinadores sombríos o fiscales ortodoxos se frustraron y no alcanzaron “las alturas” que ellos suponían?, ¿Pensaron en ser ganadores y alcanzar los éxitos y al final su desempeño, cualidades y circunstancias lo impidieron?, ¿Por qué tales críticos enajenados no se autoanalizan y se configuran o se hacen un buen diagnóstico sobre su proceder vitriólico?. Para mi modo de ver las cosas, basta ya de maledicencias, de ataques viles y de comportamientos cobardes a través de los medios electrónicos; hoy se requieren o se demandan conductas y procederes dignos, precisos y civilizados de la sociedad civil que se traduzcan en proyectos viables, en proyectos reivindicativos, en acciones constructivas, a fin de poner en la mesa de debates tópicos y problemas de interés común. No es posible ni se vale que elementos amargados, que entes enajenados o personas con motivos torcidos e inconfesables manipulen y distorsionen los hechos. Se antepone que como sociedad proactiva luchemos por llevar a cabo proyectos sustentables y obliguemos a los funcionarios y a nuestros representantes populares a que cumplan a cabalidad con sus compromisos comunitarios. Transformemos nuestra molicie, indiferencia y apatía en una proyección de rebeldía y de lucha constante contra las inercias paralizantes; de poco vale un territorio patrio con múltiples posibilidades si se carece de una ciudadanía enérgica y participativa.
Me atrevo a sugerirles a todo aquellos inconformes, enojados, críticos aviesos y resentidos por el actual estado de las cosas que no se empatanen con la problemática social-económica, que se asomen a otros renglones de la vida nacional. México es polifacético y alberga múltiples bellezas y fortalezas, por ello no estaría mal que las personas adictas a las plataformas digitales hicieran un alto o “un paréntesis” para hallar diferentes espacios de realización personal y motivos de recreación, sea en la actividad aeróbica, en la música folklórica o del orbe, en los bailes y danzas típicas; así mismo para experimentar gozo con los logros deportivos de atletas y competidores locales y foráneos en las disímbolas competencias, también refugiarse en la lectura de textos amenos o ser espectadores de obras teatrales y de películas relevantes. Por mi parte, les expreso que cuando me siento impotente ante los sucesos contemporáneos nacionales e internacionales, busco “las salidas temporales” que me permitan canalizar mis desasosiegos e incertidumbres. Después, más tranquilo, con la “cabeza fría”, prosigo mi sendero y trato de aportar algo en la medida de mis reales posibilidades. En este 2022 presencié acongojado el retiro del gran tenista suizo Roger Federer, observé como el garrochista sueco Armand Duplantis ha impuesto marcas singulares sucesivas y estoy muy pendiente de lo que ocurra en la Serie Mundial de Beisbol y en la Copa del Mundo del balompié.
ATENTAMENTE
PROFR. JORGE E. LARA DE LA FRAGA