Es un fenómeno al parecer inmanente en nuestro acontecer político la sorprendente incongruencia en las declaraciones provenientes de quienes tienen a su cargo una responsabilidad en el sector público, porque por su iterativa repetición las escuchamos hoy como en muchos ayeres. Caso clásico fue cuando durante el gobierno cercano a la gente encabezado por Fidel Herrera el discurso hiperbólico anunciaba algo parecido a un nuevo amanecer en el sector turístico a causa del extraordinario arribo de visitantes a nuestra entidad, lo mismo nacionales que del exterior, atraídos e interesados y hasta alucinados por lo que “estaba sucediendo en Veracruz”. Millones de visitantes durante la Semana Santa, igual en el carnaval abarrotaban los cuartos de hotel, aunque el Hotel Camarena como siempre lucía en ocupación completa, esa esplendorosa infusión de visitantes dejaba jugosa derrama económica expresada en cientos o miles de millones de pesos en tan importante sector. Tal sucedía en los “tiempos de antes” del cambio, aunque ¡oh sorpresa! el nuevo titular del Sector Turístico Estatal reedita aquella bullangera página y emulando a su antecesora, doña Xóchitl, que dé inicio nos ofreció la llegada en 2020 de trasatlánticos cargados de turistas a Veracruz, ahora su sucesor nos receta que durante el reciente periodo vacacional se elevó en 254 por ciento el número de visitantes a la entidad, al grado de hacer insuficiente la infraestructura hotelera y hasta las casas de huéspedes lucieron abarrotadas. Esa migración eventual de visitantes buscando el recreo en nuestros lares dejó la muy apreciada derrama económica de 13 mil millones de pesos, “al primer corte”, lo cual hace suponer que la suculenta cifra podría ser mayor. Pero, algo no cuadra en esas cifras oficiales, porque el mismo informante acepta que el sustantivo incremento de turistas no se refleja en el crecimiento del impuesto al hospedaje, pues fue “del 10 a 12 por ciento”. Entonces ya no cuadran las cifras y lógicamente comienzan las dudas, por lo que, para llegar a conclusiones más precisas, lo mejor sería conocer si esas cifras guardan alguna correspondencia con las de los prestadores de servicios turísticos y la crujiente realidad. Nada para sorprenderse, por supuesto, pero si hablamos de un cambio éste debe reflejarse en los hechos y en las actitudes, de otra manera estamos brincando solo para caer en el mismo lugar.
La misma gata, aunque más revolcada
Por: Alfredo Bielma Villanueva