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La triste historia de los parquímetros que deben desaparecer

Por: Héctor Saldierna

Abriendo Brecha

El Cabildo de Veracruz tomó la decisión mayoritaria de no volver a concesionar a particulares los parquímetros que fueron instalados en la época que fue alcalde Julen Rementería. Su propósito era que con los recursos obtenidos se canalizaría para mantener en buenas condiciones el centro histórico de la ciudad.

Pasaron los años y no obstante que la ciudadanía nunca estuvo de acuerdo con esa decisión, se puso de manifiesto que tales ganancias de las que un porcentaje iría a las arcas municipales, nunca se orientaron adecuadamente y no hay mejor comprobación que los hechos.

A lo largo de estos años, donde han pasado varios alcaldes de diverso signo partidista, se ha observado que no hay mejoras. La ciudad de Veracruz se encuentra en el abandono y particularmente su centro histórico es una vergüenza que da pena ajena.

Calles sin pavimentar, mal alumbrado, peor seguridad, viviendas abandonadas y banquetas en franco deterioro. En suma, ello conlleva a la actual imagen del puerto de Veracruz, cuyas nulas acciones fue lo que caracterizó la mediocridad de alcaldes que no les interesó la ciudad.

Lo que es peor y es que hasta la fecha, no se conoce quiénes fueron los inversores de los parquímetros manejados por una empresa llamada Zeus. Fue un secreto bien guardado, lo que denota también un evidente propósito de no entregar buenas cuentas desde el inicio.

No ha habido transparencia en el manejo de los recursos económicos y sí existe un destino de tal porcentaje, éste no llegó a las arcas municipales. Y sí acaso llegó, entonces ¿dónde quedaron las cantidades de dinero que en teoría se canalizarían a obras del centro histórico?.

IDEAL, QUE SE CANCELEN PARQUÍMETROS

En todo este contexto y lo que la ciudadanía advierte sobre el tema es que el negocio de parquímetros sea cancelado. Es decir, que ya no lo maneje tampoco el ayuntamiento como ya lo deslizó la alcaldesa.

Es que sería, como dicen los clásicos, la misma gata, pero revolcada.

Y es que la operación de los parquímetros sería con el personal que ahora dispone, mismo que tiene una serie de vicios difícil de erradicar. Quienes integran el equipo de trabajo se han mal distinguido en ser arbitrarios con los automovilistas y particularmente  con los turistas.

Se han encargado eficazmente de correr a los visitantes al imponer de manera arbitraria el cangrejo, artefacto que inmoviliza las llantas del automóvil.

Y eso es lo que ya no se quiere ver. Mientras tanto, la fracción de regidores de Morena en el ayuntamiento local se ha manifestado en contra de la permanencia del servicio y se han pronunciado por la cancelación total.

Es decir, ya no habrá concesión, pero tampoco el ayuntamiento debe encargarse de la operación.

SENTIR CIUDADANO

Hace unos años, el activista social Bogar Franco, presidente de la Asociación Frente de Defensa del Patrimonio Histórico y Cultural de Veracruz, hizo una encuesta ante la ciudadanía y recabó miles de firmas en las que se manifestaba el rechazo por la instalación de parquímetros.

¿Sirvió de algo?. Para nada.  La autoridad municipal, de manera prepotente y sin escuchar el clamor popular, le valió nada tal propuesta. Ni los escucharon e impusieron los parquímetros que al paso de los años sólo han demostrado que no han servido para nada.

Es decir, así lo atestiguan los resultados en un centro histórico que cada vez está más abandonado. Sólo basta con hacer un recorrido por el centro de la ciudad de Veracruz para percatarse del elevado grado de abandono que muestra.

Un ejemplo contundente, por citar solo un caso, son los emblemáticos y famosos portales de Veracruz. Actualmente se encuentran tristes y sin presencia de la algarabía que años antes los caracterizaban.

Ubicados en la calle Lerdo, entre Independencia y Zaragoza, lo que era una calle, el 50 por ciento de la misma está abandonada. ¡Los negocios están cerrados!.  Los mariachis y la marimba, que eran parte de ese atractivo, ya no están ahí. Alguien se encargó de correrlos y ahora el lugar está triste, lo que antes era un sitio de alegría, típico de los veracruzanos.

¿De qué manera se quiere fomentar el turismo, sí acaso una zona tan emblemática y tan importante, se encuentra bajo la indiferencia municipal?.

Hace falta que llegue un alcalde que ame a su tierra, que no llegue con el propósito inherente del beneficio económico particular, sino que realmente se interese en rescatar este puerto que cada día que pasa se encuentra en peores condiciones.

El reto que tiene la actual alcaldesa es muy grande. Es evidente que ella no tiene la culpa de lo que dejaron de hacer sus antecesores. Ella tendrá que escribir una nueva historia. Esperemos que sea buena.

¡Y hasta la próxima!.