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El uso del pobre, un pecado grave que clama al cielo

Por Pbro. José Manuel Suazo Reyes

A través de la Sagrada Escritura encontramos muchos pasajes bíblicos que revelan el aprecio que Dios tiene por los pobres y los que viven situaciones de vulnerabilidad. El profetismo bíblico es un ejemplo entre otros, de cómo Dios no cesa de velar por los pobres y salir en defensa de los más desprotegidos de la comunidad. Los profetas nos hablan frecuentemente de un Dios cercano, amigo de su pueblo que se presenta como un padre que cuida de sus hijos porque Él es bueno y entrañable y los ama incondicionalmente. Dios vela por los necesitados y sale en su defensa. Dios ayuda al indefenso, no para controlarlo o someterlo, sino para liberarlo y ayudarlo a crecer. Abusar del pobre en su indigencia es un pecado social que clama al cielo. No es correcto aprovecharse de las necesidades de los demás con fines utilitarios y de chantaje. El abuso del pobre se concretiza muchas veces en las relaciones laborales, comerciales y en la administración de la justicia así como en los servicios que ellos deberían recibir. El profeta Amós lo expresa de esta manera al denunciar a un sector que atropellaba al necesitado: “dejen de hacer el mal, hagan el bien, busquen lo justo, den sus derechos a los oprimidos, hagan justica al huérfano, aboguen por la viuda”. (cf. Is 1, 13-17.15). Encontramos aquí una verdadera condena divina hacia quien tiene este tipo de prácticas. Dios se pone del lado de los más indefensos que en este caso son LA VIUDA, EL HUERFANO Y LOS EXTRANJEROS. Los abusos cometidos contra ellos son pecados que el mismo Dios denuncia: La viuda que no tiene esposo ni hijos, que es una desprotegida absolutamente y expresa la indigencia, pues no tiene apoyo ni sustento. El huérfano, aquel que ha perdido a su padre, y en él todas las oportunidades de poder heredar tierra o pertenencias y no tiene quien cuide de él; es un desvalido según la mentalidad del mundo bíblico. El extranjero que se encuentra lejos de su tierra y recibe un trato indigno de su persona.
Incluso, en el profeta Amós, Dios promete que nunca se olvidará del trato explotador en contra del pobre: “usan medidas trucadas, falsean sus balanzas. Compran al indigente por dinero y al pobre a cambio de un par de sandalias” (cfr. Am 8, 6-7). Dios sale en defensa de los pobres que sufren la opresión, la iniquidad y la injusticia de los que administran el poder. Para Dios es muy importante que se rompan las espirales de violencia y desprecio de los pobres, que se haga realidad el proyecto del Reino en el que todos tengan los mínimos para una vida honesta. Justo en estos tiempos de tanto descarte como dice el Papa Francisco, existen ambientes laborales en los que se cosifica a las personas, se les despersonaliza y se aprovecha de sus necesidades dando mayor importancia a las ganancias y al beneficio personal. Junto a esta lamentable situación de algunos ambientes laborales se suman también las prácticas de algunos sistemas políticos que están ofreciendo dádivas a los pobres para utilizarlos como botín político con el fin de mantenerse en el poder. La expresión del profeta Amós tiene mucha actualidad: “compran al pobre por un par de sandalias”. En estos contextos sociales que vivimos, el llamado de los profetas y la denuncia de Amós adquiere actualidad para comprometernos con acciones decididas a favor de una cultura de la misericordia y de la fraternidad, donde todos construyamos redes de amor y solidaridad, saliendo en defensa de los más indefensos. Pbro. José Manuel Suazo Reyes.
Director
Oficina Comunicación Social
Arquidiócesis de Xalapa