“México es más grande que sus políticos”, es un apotegma bastante difundido, subrayadamente cuando hemos estado en problemas y bajo el temor de decaer como nación, lo cual se percibe cuando un gobierno o el gobernante penan por encontrar la brújula que oriente de mejor manera la implementación de sus acciones y estas tengan impacto favorable a la población. En realidad, como nación hemos transitado por momentos difíciles reflejados en el espejo de las duras discrepancias entre las fuerzas políticas y los factores de poder, el gobierno incluido, nuestra historia los registra a plenitud y es verdad de Perogrullo que en retrospectiva se ven mejor los hechos del pasado, porque se contemplan despojados de la pasión inherente a quien las sufre o lleva a cabo y, además, porque es posible observar en su conjunto lo que el contemporáneo de esos hechos no vio, o por estar involucrado la subjetividad distorsionó. Por caso: obviamente, los jóvenes treintañeros de ahora no conocieron los estragos causados por las crisis económicas padecidas durante los años ochenta del siglo pasado y contribuyeron a presenciar una de las elecciones más discutidas de aquel siglo; tampoco vivieron la aberrante pasividad del gobierno federal tras el terremoto de septiembre de 1985; de igual manera son ajenos a la crucial ruptura acontecida al interior del PRI, el eje electoral del gobierno en aquellos tiempos, cuando su “corriente crítica” desembocó en la creación de un nuevo partido político, el Partido de la Revolución Democrática. Otros acontecimientos de trascendencia ocurrieron en aquellos ayeres, de donde se derivó la alentadora frase que inicia este comentario y la evocamos a propósito de cuanto ahora está ocurriendo en el país. Días de transformación, según la retórica oficialista, si son para bien del país bienvenidos, así lo piensa la cúpula en el gobierno y seguramente quienes en la base popular lo apoyan; sin embargo, otro segmento poblacional no comparte análogo pensamiento o no lo percibe así, de allí deviene el gran diferendo político, porque es en la política donde se refleja el pugnaz enfrentamiento, y mejor que sea así porque es el campo donde las discrepancias se resuelven o enfrentan por la vía pacífica no con violencia. A cuál de los bandos de contrastante sentir asiste la razón, la respuesta será según el criterio de cada quien o como le vaya en la feria, pero, sin duda, México saldrá adelante porque, ciertamente, es más grande que sus políticos, o como dijera Ricardo Monreal: “ México es mucho más grande que cualquier partido y que cualquier interés personal”. Que así sea.
El «grito» de hoy: «¡México Vivirá!»
Por Alfredo Bielma Villanueva