CAMALEÓN
Si por “politizar” entendemos una práctica consciente y razonada de nuestra actitud respecto a las condiciones sociales y económicas, entonces quizás debamos concluir que no todo está politizado, porque según se observa, en frecuentes ocasiones no tenemos idea de cuánto realmente está ocurriendo a nuestro alrededor, lo cual nos recuerda aquella famosa frase de Lenin: “… No hay nada más fácil que arrastrar demagógicamente a la multitud”, es decir, en tanto no tengamos conciencia plena de lo que ocurre en nuestro entorno, y por qué ocurre, seguiremos siendo fácil víctima de quienes orientan sus actividades al desempeño de la cosa pública, es decir, de la “clase” política. En base a este adelanto, ya podemos preguntarnos ¿es Veracruz una entidad con población mayormente politizada? No es ociosa la interrogante porque durante muchos años presumíamos, o nos hacían creer, que en Veracruz somos muy “políticos”, o buenos para la política; e incluso se formularon frases como “en Veracruz en política el más chimuelo masca plomo”, o, “el calvo peina trenzas”, etc., mera ilusión porque los hechos han demostrado lo contrario. ¿Cuáles hechos? Significativamente la clase de gobernantes que hemos tenido y la paciencia y hasta aquiescencia con las que los hemos dejado hacer, o más bien deshacer lo poco de bueno que hayamos alcanzado. Porque ¿dónde estábamos cuando la docena trágica, aquella del “gobierno cercano a la gente” y del sucesor a modo? De cuando en oprobiosa “procesión del silencio” muchos medios callaron aun siendo testigos del despojo a Veracruz. Y como toda causa tiene su efecto…las consecuencias se pagan. Pero ¿por qué nos creíamos el cuento de los muy politizados? Una primera hipótesis pudiera enmarcarse en el hecho de haber tenido como presidentes de la república de manera sucesiva a dos políticos oriundos de Veracruz: Miguel Alemán Valdez (1946-1952) y Adolfo Ruiz Cortines (1952-1958) y obviamente cada uno de ellos elevaron a la categoría de “políticos de altura” a paisanos de su cercanía amistosa o recomendados provenientes del terruño. Sin duda, doce años en el poder central del país crean conciencia de poder político. Además, antes de ese periodo, otros veracruzanos estuvieron también en la cumbre política: Cándido Aguilar, durante el Carrancismo; Heriberto Jara, Adalberto Tejeda, Manlio Fabio Altamirano, etc., en los inicios de la “institucionalización” del país. Pero en otras entidades se daba similar síndrome, y es clásico el caso de Sonora, pues en la década de los años 20 del siglo pasado: Adolfo de la Huerta, Obregón y Calles gobernaron México a sangre y fuego. ¿cómo se habrán sentido en Sonora y cuántos sonorenses arribaron a la capital del país? Y ¿qué decir del estado de México, desde Isidro Fabela, López Mateos, el doctor Gustavo Baz, Alfredo del Mazo (padre y abuelo), Hank González, Chuayfett y Peña Nieto? del afamado Grupo Atlacomulco. En fin, tendríamos que concluir que existe cierta diferencia entre dedicarse a la política y estar realmente politizado. Ciertamente, la gimnasia y la magnesia no son lo mismo.