CAMALEÓN
Conocimos a Ignacio Ovalle mucho antes de alcanzar su esplendor durante el gobierno de Echeverría; de muy brillante y despierta inteligencia “Nacho” escaló muy joven los peldaños del poder, su innata madurez le evitó el mareo de las alturas. No ha mucho, antes de atender la invitación de AMLO para ocuparse en la Dirección de Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex) le escuché transmitidas por la televisión extraordinarias disertaciones acerca de motivación es existencialistas, como siempre, de profundo contenido reflexivo. Una vez al frente de la referida dependencia pública, encargada del aprovisionamiento para la subsistencia popular, de lo cual abrevó previa experiencia cuando estuvo al frente de CONASUPO, supuse de antemano un buen desempeño. Lamentablemente, ahora hay señales manifiestas de una apreciación errónea, pues se evidenciaron graves irregularidades en el manejo y administración en cuanto a compra y distribución de granos. Ya informó el presidente López Obrador que en fecha proxima se dará información al respecto, y es obvio que tiene información cierta acerca de la no injerencia de Ovalle en las turbias componendas que la Función Pública pronto revelará, porque de otra manera no le hubiera asignado nuevas responsabilidades en su equipo de gobierno. Lo acontecido en Segalmex es equivalente al paso de un elefante frente a nosotros ain ser percibido; pero a veces así pasa cuando sucede, porque aún para la brillante inteligencia de Ovalle “pasó de noche” un enorme desvío, cuantificado en miles de millones de pesos. ¿Qué pasó realmente? Nada nuevo bajo el sol, pero sin duda es un caso de corte kafkiano apropiado para ser debidamente registrado en el anecdotario del actual gobierno.